Amado Boudou soportó una nueva tortura en el Senado, donde la oposición lo castigó por más de una hora por su procesamiento judicial y la UCR cumplió su promesa de leer los fallos en la sesión y dejarlos inmortalizados en las versiones taquigráficas. 

Gerardo Morales y Ernesto Sanz, utilizaron los 10 minutos de una cuestión de privilegio para recitar el fallo de Ariel Lijo, que procesó al vicepresidente de tráfico de influencias y negociaciones incompatibles con la función pública; y el del juez Claudio Bonadío, que lo culpó de falsificar papeles de su auto.  

Pero la oposición cedió un paso al garantizar la sesión: el kirchnerismo no tenía quórum propio y sin embargo pudo abrir el debate con varias bancas propias vacías. 

La nueva estrategia es irritar y por eso estuvieron más de una hora hablando de los procesamientos que pesan sobre Boudou. 

"En cada sesión que esté presente, vamos a dar lectura a párrafos de la sentencia, pediremos que se tome licencia y se aparte de la conducción de este cuerpo", reiteró Morales.

“Hasta que no veamos en usted una conducta que necesitamos, que la gente pide a gritos, la conducta que no se debe encontrar en ningún manual, hasta el último día de mi mandato se lo voy a hacer saber, su inconducta pone a este senado en una situación incómoda. Usted no está por encima de las instituciones", insistió el socialista Rubén Giustiniani.

“Usted me avisa cuando falte un minuto y yo paro”, le solicitó Sanz a Boudou, antes de empezar a leer el fallo que lo tiene contra las cuerdas.

Todavía más teatral fue el presidente de la UCR para felicitar “como mendocino y como hombre” el “coraje” de Laura Muñoz, la esposa de Alejandro Vandenbroele, el supuesto testaferro de Boudou que participó de la quiebra de la ex Ciccone.

El formoseño Luis Naidenoff recordó el contrato de 7 millones que el gobernador de su provincia, Gildo Insfrán, le pagó como asesoramiento a The Old Fund, la firma que compró la ex Ciccone y la justicia vincula a Boudou. 

El vicepresidente seguía inmutable. Había llegado temprano para bromear con el formoseño Alfredo Mayans y durante la sesión sólo miró para el costado cuando Alfredo De Angeli (Unión PRO) le pidió "como persona" y "por todos los argentinos y por la presidente que tiene que hablar con el Papa", tenga un "gesto de grandeza, para pedir licencia, ir a la justicia, limpiar su nombre y volver por la puerta grande".

Boudou intenta no cercenar en lo más mínimo la palabra de la oposición para evitar cualquier pataleo y, para no salirse de esa línea, frenó varias veces a Pichetto, cuando intentaba reducir los oradores, habitual cuando se extienden las cuestiones de privilegio. 

“Pichetto por favor, deje hablar a la senadora Montero”, llegó a cruzarlo Boudou, quien no olvida que el jefe de bloque oficialista apostó a su salida hace dos meses.

El rionegrino perdió esa batalla y por ahora no tiene más opción que defenderlo, con su habitual prédica teórica-institucional, que le permite reiterar que Boudou no es parte del Senado y por lo tanto no se lo puede juzgar.

Aprovechando la cita que hizo Montero de Cobos, Pichetto recordó su histórica votación en contra de las retenciones móviles.

“El vicepresidente es parte del Poder Ejecutivo y como tal debe desempatar para el Gobierno. En Estados Unidos lo ha hecho hasta cuando no estaba de acuerdo con un proyecto”, señaló. Y confesó que “nunca” coincidió con la Concertación. “Creo en una democracia de partidos”.

Boudou lo miraba y asentía. Después inició la sesión, acostumbrado a hacerlo después de horas de ser bofeteado por la oposición.