En noviembre de 2022, Víctor Manuel Rocha acumulaba cinco años sin mantener contacto alguno con la Dirección General de Inteligencia cubana. A los 72 años, tras haber sido la voz más influyente de los Estados Unidos en la política hacia América Latina, su misión estaba cumplida de manera sobrada. Rocha se encontraba retirado en los hechos. Pero la condición de jubilado es una quimera para los espías. Y ante el mensaje de quien resultaría un agente encubierto del FBI, Rocha volvió al ruedo. Una vez más. Así, este topo nacido en Colombia cayó en la trampa que le tendieron, según se deduce del procesamiento judicial al que LPO tuvo acceso.

"Buenas tardes, embajador, mi nombre es Miguel y tengo un mensaje de sus amigos en La Habana. Es un tema sensible. ¿Está disponible para una llamada telefónica?", le escribió por whatsapp el hombre del FBI. Ocurrió el 15 de noviembre del año pasado. La charla fluyó en perfecto español. "No te entiendo, pero me podés llamar", habilitó Rocha, cauteloso, sin confirmar ni desmentir. La pista sobre el estatus de espía cubano del ex embajador había llegado al FBI pocas semanas antes. ¿Lo entregó otro doble agente de la isla o algún funcionario pesado que traicionó al castrismo? Son especulaciones muy verosímiles sobre las que todavía no hay respuesta.   

El cara a cara se concretó al día siguiente. Rocha citó a "Miguel" a las 10 de la mañana en la puerta de una iglesia presbiteriana, ubicada en el barrio de Brickell, cerca del downtown de Miami. Antes de llegar al lugar pactado, el topo cubano dio vueltas con el auto para distraer a quien pudiera seguirlo. De ahí, guió a su contacto a una suerte de patio de comidas para operarios y oficinistas. "Así nadie me reconoce", explicó. Rocha no sabía que estaba siendo grabado y filmado.

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Tras algunos reparos iniciales, el hombre confió en su interlocutor. Ahí admitió y se jactó de haber ejercido como agente cubano en el gobierno de Estados Unidos por 40 años. Se trata de una de las infiltraciones más duraderas y de mayor alcance en la historia. Rocha llegó a ser el principal asesor de la Casa Blanca para América Latina. Fue el delegado de EEUU en La Habana hasta 1997. Y durante seis años actuó como cerebro del mítico Comando Sur, el complejo militar con base en Miami que diseña las políticas de seguridad y lucha contra el narcotráfico en la región. Además fue embajador en Bolivia y representante en la Argentina.

El detalle de la trayectoria y los cargos contra Rocha, tras la investigación del FBI. 

¿Cuál fue el secreto del éxito de Rocha? "Ir de a poco y con meticulosidad", reveló el espía en uno de los tres encuentros que mantuvo con el delegado del FBI. Las otras dos citas se concretaron en febrero y en junio del 2023. En una suerte de reflexión catártica, Rocha le confesó a "Miguel" que el espionaje "no es fácil, implica un gran peligro y un enorme sacrificio, con tensiones que hay saber que manejar internamente". ¿Cómo lo logró sin quebrarse o ser descubierto? Su fórmula es simple y artesanal. "Cuando tenés la convicción, tenés la autodisciplina", aseguró.

En ese punto, el castrismo cuenta con una enorme ventaja respecto al resto de los países. Los espías estadounidenses, los chinos y los rusos lo hacen por dinero. Los cubanos, por amor a la revolución. Lo señaló el senador republicano por Florida Marco Rubio. "La inteligencia de Cuba, en términos de espionaje humano y no de tecnología electrónica, es la mejor del mundo. Ellos no le pagan a nadie. Lo hacen gratis", afirma Rubio.

La inteligencia de Cuba, en términos de espionaje humano, es la mejor del mundo. No le pagan a nadie. Lo hacen gratis. Ellos son muy pacientes. No empiezan con funcionarios del Departamento de Estado, sino con estudiantes en la universidad. Cultivan una relación mientras esa persona va escalando. La ayudan. Con Rocha empezaron cuando era un estudiante que no había entrado al servicio diplomático

Nacido en Miami pero hijo de inmigrantes cubanos, el anticastrista Rubio describe el paso a paso de la infiltración: "Ellos son muy pacientes. No empiezan con funcionarios del Departamento de Estado, sino con estudiantes en la universidad. Cultivan una relación mientras esa persona va escalando. La ayudan a que suba. Con Rocha empezaron cuando él era un estudiante que todavía no había entrado al servicio diplomático". El senador por Florida agrega una certeza inquietante para la política exterior estadounidense: Rocha no es el único ni el último agente infiltrado en el Gobierno de EEUU.

Ahora, el Departamento de Estado está revisando cada cable que Rocha mandó desde La Habana, Buenos Aires y La Paz a Washington. Buscan pruebas que sostengan lo que será, salvo que a EEUU le interese un intercambio de prisioneros con Cuba, una cárcel perpetua más que segura. Pero quieren constatar algo más en la pericia: el nivel de daño y desinformación generada por el topo cubano. Conocer el tamaño de la humillación histórica. Algunos funcionarios, sin embargo, aseguran que algo no les cierra respecto a la aventura de Rocha. ¿Por qué bajó la guardia tan fácilmente y cuando ya estaba retirado del espionaje? ¿El ex embajador está plenamente en sus cabales? ¿Sobrevendió sus proezas como infiltrado? El juicio develará paulatinamente las incógnitas. 

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En las próximas horas, se celebrará una audiencia judicial en la corte federal de Miami. Ahí los fiscales del caso rechazarán los posibles pedidos de excarcelación y de extradición. Rocha cuenta con tres pasaportes: estadounidense, cubano y dominicano. A fines de enero del 2024, según reveló una fuente con acceso al procedimiento, empezará el juicio por jurados.

"Si me preguntabas hasta la semana pasada te decía que era un diplomático encantador y una persona muy influyente en la Casa Blanca. Era austero y buen conversador sin ser un charlatán, además de ser un halcón republicano y anticastrista. Eso, hasta la semana pasada", recuerda con un toque de humor el político argentino Diego Guelar. Embajador en Washington mientras Rocha era el delegado de EEUU en Buenos Aires, Guelar tenía trato habitual con quien se reveló como agente cubano. 

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El ex embajador destaca ante LPO una doble condición del espía. Era culto y poseía habilidades sociales. Nacido en Colombia, Rocha creció en una casa de clase trabajadora en Nueva York. Estudió en Yale, Harvard y Georgetown, antes de recibir la ciudadanía estadounidense e incorporarse al servicio exterior a principio de los ochenta.

Si me preguntabas hasta la semana pasada te decía que era un diplomático encantador y una persona muy influyente en la Casa Blanca. Era austero y buen conversador sin ser un charlatán, además de ser un halcón republicano y anticastrista

"No era el típico gringo rubio con dificultades para hacerse entender. Era un morocho que hablaba español nativo y se adaptaba sin problema al tono de una reunión de dirigentes peronistas del conurbano bonaerense", describe Guelar. 

Durante su paso por Buenos Aires, entre julio de 1997 y noviembre de 1999, Rocha organizó decenas de reuniones. Las cenas con políticos, empresarios y periodistas se realizaban en su casona (propiedad estadounidense, en realidad) ubicada en el barrio de Belgrano R.

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En ese lapso, Rocha supervisó una operación empresaria que generaba sospechas en la DEA: la venta de las empresas de Alfredo Yabrán al Grupo Exxel. Si bien no fue el único encargado de hacerlo, fue uno de los funcionarios estadounidenses que descartó el nexo. ¿Cuál? El de las compañías de Yabrán con fondos del narcotráfico internacional. "Si había venta de drogas para hacer caja doméstica, eso no les molestaba", recuerda un político que medió en la venta.

En la Argentina, Rocha se hizo fama de ser un cruzado contra las drogas. Así lo confirma el entonces Secretario Eduardo Amadeo, encargado a fines de los 90´de prevenir la drogadicción y combatir el narcotráfico. "Era muy profesional. Me ayudó para recibir muchos fondos de Estados Unidos. Creamos el programa Mercosur contra las drogas y mandó expertos y tecnología para las provincias. Estaba muy activo en esos temas", cuenta a LPO Eduardo Amadeo, habitué de las comidas en la casona de Belgrano R.

Su personalidad expansiva le valió una relación de confianza con un peronista que llegaría a la presidencia: Eduardo Duhalde. Se hicieron amigos, según confirma un político argentino que conoció bien a ambos. Pero a la vez descarta que Rocha haya sido una figura demasiado influyente en las decisiones de Duhalde. Descarta que el agente cubano haya incidido para que Néstor Kirchner fuera el elegido en la sucesión presidencial de 2003. Amadeo coincide y hace una confesión sobre el clima de precariedad reinante: "La verdad que Kirchner llegó por descarte, cuando ya casi no teníamos alternativa". 

Era muy profesional. Me ayudó para recibir muchos fondos de Estados Unidos. Creamos el programa Mercosur contra las drogas y mandó expertos y tecnología para las provincias. Estaba muy activo en esos temas

Una vez retirado del servicio diplomático, se reinventó como lobista y asesor corporativo. Trabajó para la poderosa Barrick Gold. Intentó aconsejar a Donald Trump, de quien se declaraba incondicional. "Siempre se quiso meter, pero a mí me daba mala espina", recuerda un ex funcionario trumpista. Es dueño de varias propiedades en Miami. Y hasta el mes pasado vivía en un condominio del corazón de Brickell, junto a su esposa Karla Wittkop, una dominicana diseñadora de modas.

Desde hace al menos 20 años se volvió una fuente de consulta obligada para los periodistas de Miami que cubrían la política exterior de los Estados Unidos. Especialmente, la estrategia para América Latina. Todos lo conocían y le pedían información. Forjó vínculos de extrema confianza con editores, académicos y analistas. Relaciones que algunos llegaron a considerar de amistad. La doble vida de Rocha todavía es difícil de asimilar para ellos. 

Un periodista aún se encuentra en shock por la revelación. Había visto a Rocha hacía pocas semanas. Ahora alterna entre la negación, el orgullo herido y la revisión crítica de conversaciones pasadas con su (ex) fuente. En adelante, a Miami le costará librarse de la fama de ser la Casablanca de Latinoamérica y el Caribe.