Déficit
¿Por qué Temer puede avanzar en reformas que Macri acota a correcciones graduales?
El lunes 3 de octubre cuando venga el presidente brasileño, se abordarán las políticas de ajuste y de comercio internacional.

La primera tesis es la pragmática. “Temer ajusta porque puede”. Y puede ajustar porque Brasil atraviesa una crisis profunda y la población en su mayoría comprende que la profundización del gasto público mediante la asfixia al sector privado, la emisión monetaria que genera inflación y corroe los bolsillos y el crecimiento de la deuda para cubrir el rojo fiscal, ya no va más.

Es el argumento de los más ortodoxos que bien explicó el economista José Luis Espert. Solo luego de graves crisis económica en Argentina se han hecho las correcciones necesarias para generar un ciclo de crecimiento largo, como ocurrió en 1989 y 2001. Y esta vez el país estuvo a punto de una crisis, pero con el levantamiento del cepo, el pago a los holdouts y el límite a la emisión monetaria, se evitó la debacle pero seguimos en zona de riesgo, pero la población -según Espert- no lo percibe. Esta es de hecho la principal crítica interna a la estrategia de Macri y Marcos Peña de dar "buenas noticias" y minimizar la herencia recibida. Les quitó margen para avanzar a fondo en la corrección macro.

Un ejemplo, la fallida corrección tarifaria que dejó un déficit fiscal de magnitud que el Gobierno sostiene a base de deuda externa. “Un delirio”, calificó en su momento Espert.

El argumento de algunos analistas es simple: "Temer ajusta porque puede". Es decir, la crisis tan profunda de Brasil hace que la población acepte medidas que a Macri se le hacen más difícil de implementar. 

Tal vez no con tanta crudeza, pero este planteo estuvo presente una y otra vez en los pedidos de empresarios y economistas al Gobierno durante el mini Davos. Que del mismo modo que Macri invirtió en explicarle al mundo los beneficios de invertir en Argentina, que le explique a los argentinos cuáles son los beneficios que hay para la población de desandar el camino proteccionista que viene haciendo caer el PBI per cápita y la inversión en el país hace una década.

Para el diario británico The Economist, los brasileños no necesitan estas explicaciones. Tal vez no entiendan ni la magnitud del sacrificio ni pueden pronosticar cuándo verán los beneficios. Pero intuyen que si continúan por la trayectoria que llevó al resultado fiscal primario (la diferencia entre ingresos y gastos del Estado, sin contar el pago de intereses de deuda) del 3,1% del PBI brasileño cuando asumió Dilma Rousseff al actual rojo del 2,7% del PBI, en unos años estarán al borde de un default o de otra hiperinflación.

Es que financiando el rojo con deuda, los intereses de la deuda fueron escalando y hoy hacen que el déficit fiscal de los brasileños trepe del 2,7% al 10% del PBI. Según detalló Vilma Pinto del FGV-IBRE al diario inglés, la deuda pública se duplicó durante lo que duró el mandato de Rousseff y superará la totalidad del PBI brasileño en cinco años.

Este punto es el que critican los economistas de todo el arco político a la estrategia gradualista del ministro Alfonso Prat Gay. Si bien ha puesto un límite a la emisión monetaria para dejar de foguear la inflación, la prolongación del déficit público hasta llevar al resultado primario al 0,3% en 2019, implica un nivel de endeudamiento con el que muchos no están de acuerdo. Sin mencionar la cada vez más preocupante escalada de endeudamiento, que ya lleva a analistas a pronosticar que a este ritmo en tres o cuatro años la Argentina podría estar a las puertas de otra crisis de pagos.

El presidente Macri en la conferencia sobre Argentina organizada por el FT en la bolsa de Nueva York.

Es que como se detalla en el proyecto de ley de presupuesto 2017: “El total de gastos por interés y otras rentas de la propiedad alcanza $246.629.3 millones, de los cuales casi la totalidad corresponde a intereses de la deuda pública ($246.613,8 millones), los que para el ejercicio 2017 exhiben un aumento de 32,2% respecto de 2016 y representan un 2,53% del PIB.”

Para el ministro, por el contrario, el gradualismo es la expresión de la conciencia del gobierno de “la restricción política y social”. Lo que preocupa a los analistas es que Macri minimice los problemas y reincida en gasto público con tintes populistas para poner a toda máquina la economía el año próximo, usando la deuda externa y el atraso cambiario como combustible de la demanda. Es decir un neokirchnerismo que reemplace emisión por deuda.

En Brasil, la lectura es a la inversa. Michel Temer es un presidente interino. Su mandato tiene los días contados y no se juega la supervivencia en las elecciones de medio término. Al contrario, se juega la gloria en el éxito de su propuesta de ordenar, también sin grandes medidas por la debilidad política de su interinato, la macroeconomía. Y lejos de tener un ministerio de economía balcanizado, se apoya en la confianza que genera un ministro fuerte como Henrique Meirelles.

Otro punto que libera las manos de Temer es que su interinato le quita el peso de tener que ganar las elecciones de medio término y por el contrario su única gloria sería ser el hombre que ordenó la economía.

Sin embargo, sus reformas en el corto plazo parecen ser más ambiciosas que las de Macri en tanto requieren una reforma constitucional. Y aun así, dada la magnitud del desequilibrio, muchos analistas las consideran insuficientes. Primero, congelar el gasto público por los próximos veinte años en términos reales. Segundo, una reforma previsional que limite el peso de las jubilaciones en el gasto público.

Incluso, se animó con una palabra maldita en el actual contexto internacional y avanzó con privatizaciones de sectores claves como aeropuertos, rutas y trenes.

Por el contario, Macri resolvió ampliar el gasto previsional un 35,2%, frente a una inflación proyectada del 17% para el año próximo. Esto, como explicó Prat Gay implicó la suba del déficit fiscal de medio punto del PBI respecto de lo que había planificado para de 2017 cuando asumieron. Así del 4,8% del PBI del déficit primario de 2016, el Gobierno presupuesta para el año que viene un exceso de gastos sobre ingresos del 4,3%.

“El resultado primario, resultado financiero sin contabilizar los intereses de la deuda, se estima será deficitario en $234.287.6 millones para el año 2017, lo que implica un incremento de déficit primario de 11,7% respecto del 2016, aunque arroja una mejora en términos del PIB de 0,26 puntos”, precisa el presupuesto.

Temer junto a su ministro de Hacienda, Henrique Meirelles.

De momento, Temer se propuso bajar el déficit primario del 2,7% al 2% del PBI en 2017, una modificación tanto en términos absolutos como relativos más agresiva, con la finalidad de frenar la multiplicación de los intereses de deuda. La estrategia de Macri es la opuesta, tomar deuda para pagar intereses de deuda y financiar gastos.

Entre déficit primario e intereses de deuda suman la friolera de 480 mil millones de pesos que el Gobierno deberá financiar con plata prestada del Banco Central, deuda interna o deuda externa. La oposición calcula que la deuda externa el año que viene entre avales y deuda directa y financiamientos especiales para obra puede superar los 55 mil millones de dólares.

Al respecto Prat Gay, anunció este lunes en su gira por Nueva York algo que la ley de presupuesto no especifica, que en 2017 la Argentina tomará deuda en el mercado internacional por entre 10 mil y 15 mil millones de dólares como parte del programa financiero, es decir que convertirá en nueva deuda externa a lo sumo la mitad del rojo que Macri planea administrar. 

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  • 1
    Florencia Parodi
    21/09/16
    02:09
    Lo que pasa es que Brasil no tiene al peronismo que sale todo a la calle hasta para no pagar las tarifas que consumen, imposible reformas duras.
    Responder
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