El paso de Carlos Menem por el Senado los últimos 15 años fue su jubilación en vida como polÃtico pero no estuvo exenta de sus pinceladas de carisma innato y caballerosidad sin lÃmites, atributos que le permitieron pasar de ser el excluido y discriminado del recinto al más buscado para garantizar leyes claves.
Aun con su salud en deterioro y sin juego en las disputas de liderazgo que convulsionan al peronismo, Menem fue exhibido como la mancha venenosa de sus pares de todos los colores polÃticos, pero luego lo aceptaron como un retazo de la historia de la que unos y otros habÃan formado parte. Cuando tuvo la chance, con su estilo, se hizo valer.
Es cierto que su condición de senador lo cubrió de fueros para afrontar las causas judiciales por corrupción, pero también lo es que jamás hubo gestiones polÃticas avanzadas para quitárselos, de parte de oficialismos u oposiciones de turno.
Llegó al Senado en 2005 después de ganar una banca por la oposición de La Rioja a Néstor Kirchner. En 2011 reeligió superando a la lista de la kirchnerista Teresita Luna, el mismo dÃa en que Cristina revalidó su presidencia con el 54 por ciento de los votos. Antes de entrar al cuarto oscuro, anticipó que la respaldarÃa junto a la mayorÃa de los argentinos. El rencor no era lo suyo.
El peronismo riojano jamás volvió a discutirlo y le dio la chance de lograr su tercer mandato en 2017, esta vez por la minorÃa, tras una derrota frente a la mejor elección de Cambiemos.
Sus primeros tres años como senador no fueron fáciles. Soportó estoico reproches de todo el arco polÃtico cada vez que se trataron leyes revisoras de su gestión presidencial, como las que corregÃan sus privatizaciones de servicios públicos.
La mega devaluación habÃa cristalizado la insuficiente inversión de muchas compañÃas concesionarias, pese a sus abultadas ganancias obtenidas hasta unos años antes con las tarifas dolarizadas. Los radicales y peronistas de aquellos dÃas coincidÃan en que el deterioro en el que Menem habÃa recibido esos activos no justificaba ese presente y mucho menos garantizaba futuro.
Ya senador, no se preocupó por combatir el relato de época, en el que sin matices todos peleaban por tenerlo lejos, hasta convertirlo en paria o fantasma. Sólo regaló alguna mirada irónica a los senadores que lo habÃan acompañado hacÃa pocos años y preferÃan desconocerlo.
Siempre puso la otra mejilla. Aceptó, con envidiable entereza, que le habÃa llegado la hora del silencio, una humildad que parece ciencia ficción en tiempos de grieta feroz y de dirigentes minúsculos que intentan reescribir la historia en tiempo récord con alaridos y tuits.
En 2008 Menem logró que los teléfonos del despacho que ocupó en la planta baja del Senado sonaran varias veces en un dÃa. Se debatÃa la ley sobre retenciones móviles y las calles estaban abarrotadas de gente a favor y en contra. A pocos meses de asumir, Cristina creÃa que su continuidad dependÃa de esa sesión y al anochecer los poroteos daban empate, sólo si Menem votaba en contra.
Pero el riojano se fue a su departamento y no se lo ubicó por varias horas. Reapareció para pulsar el botón rojo y rechazar la iniciativa, pero ya habÃa conseguido asustar a más de uno. La historia del voto no positivo de Julio Cobos, aquel desempate del entonces vicepresidente a favor del campo y la oposición, tuvo su capÃtulo menemista, aunque pocos lo recuerden.
Pero quienes creyeron que se convertirÃa en un voto fijo contra el Gobierno tropezaron un año y medio después, cuando, otra vez, era clave para que la oposición juntara mayorÃa, solo que ni siquiera hacÃa falta que se torceriera un oficialista.
El radical Gerardo Morales confiaba en él para imponerse en la sesión preparatoria y repartirse los cargos en las comisiones con sus dirigidos y aliados. Pero nunca apareció, los peronistas abandonaron sus bancas y la sesión se quedó sin quórum.
Menem no estaba en Buenos Aires. A las pocas horas se filmó jugando en su campo de golf de La Rioja y, a su manera, dejó un mensaje que todos entendieron: nadie podÃa contarlo para una mayorÃa, sin antes intentar una gestión personal y entregarse a la suerte.
A la semana llegó a la sesión acompañado del por entonces opositor Adolfo RodrÃguez Saá para darle un triunfo a la oposición, pero se trató de una caricia ocasional. Fue funcional al Gobierno de Cristina con su reiterada ausencia en sesiones y comisiones y hasta colaboró en algunas votaciones, como en la del pliego de Mercedes Marcó del Pont como presidenta del Banco Central, en abril de 2010. "Espero que no le toque desempatar", le ironizó a Cobos ese dÃa. Fue la última vez que se escuchó su voz en el recinto.
Algunos radicales se ilusionaban cuando creÃan ver a sus custodios moverse por los pasillos, pero pronto entendieron que era mejor olvidarlo. Su silencio los habÃa confundido: jamás cicatrizó su prisión en 2001, con Fernando de la Rúa en la Casa Rosada.
Ministros de Cristina como Julio Alak y AnÃbal Fernández se disputaban el mérito de haberlo alejado de la oposición. Pero, en verdad, nunca nadie digitó sus actos y sólo se turnaron para celebrarlos.
De ahà en más apareció cada tanto en las sesiones, sin que nadie lo esperara o contara con su voto para alguna ley. Caminaba encorvado los pocos metros que tenÃa que transitar hasta su banca, ubicada en la primera fila del hemiciclo, sostenido del brazo de sus secretarÃas y en los últimos años de su hija Zulemita. PermanecÃa pocos minutos y casi no habÃa senador que no pasara cerca suyo sin estrecharle un abrazo. RespondÃa con sonrisas. Siempre.
En 2018 su hermano Eduardo gestionó y garantizó su voto en contra de la ley del aborto, cuando se cayó la media sanción de Diputados. Semanas después se ausentó en las sesiones que trataron y finalmente aprobaron los allanamientos a Cristina, que era otra vez senadora y luchaba desde su banca.
Ese dÃa, Cambiemos consiguió respaldo de un tercio del bloque del PJ conducido por Miguel Pichetto, pero Menem no estuvo entre sus aliados. Un año antes, el rionegrino lo habÃa acompañado en la presentación de su libro, pero no fue suficiente para dirigirlo. Nada lo era.
En 2019, Cristina, ya como vicepresidenta electa lo sumó al bloque del Frente de Todos con una reunión en su despacho, en la que senadores jóvenes y no tanto lo recibieron gustosos y compartieron fotos. La historia ya lo habÃa puesto en su lugar y hasta se planeaba inaugurar su busto suyo en la Casa Rosada en julio, cuando cumpliera 90. El Covid 19 no lo hizo posible.
Apareció en diciembre para aprobar el paquete de leyes que inauguró el Gobierno y el 1 de marzo asistió a la apertura de sesiones ordinarias, donde le reservaron una butaca junto a los ex presidentes. Se levantó y se inclinó con esfuerzo para saludar a Alberto Fernández.
Cuando llegó la pandemia, no tardó en avisar que seguirÃa en lÃnea. Y cumplió: el 13 de mayo, en la primera sesión remota del Senado, se conectó para votar, ayudado por su hija. Envueltos en barbijos, los legisladores y funcionarios que circulaban por la Cámara bromeaban en que habÃa tenido mayor predisposición a aprender que muchos de sus colegas más jóvenes. Era su estilo.
El 29 diciembre querÃa votar en contra del aborto, pero una internación repentina le complicó los planes. Aunque recién cuando se supo que no podrÃa evitar la sanción de esa madrugada anunció en su tuit que no participarÃa. Estaba en coma inducido, pero habÃa tenido a sus colegas en alerta. Le gustaba mucho hacerlo. Estaban acostumbrados.
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En la vida se puede ser muchas cosas, pero nunca traidor de tu propia fórmula
El. 23 de Febrero se re activaba la causa por rio tercero. No llego. El deseo siempre puede mas, eso ya lo sabemos, quizás entendió que siendo tan mayor no iba a poder responder ante la justicia. Quien puede a los 90...!!!
Lo que si sabemos es que murió impune.
Que en rio tercero murieron 6 personas...
Que vivio gozando las delicias del poder... Y que murio de la mano de su compañera el día de los enamorados. No se pero me parecio un broche brillante de guion bien escrito. A veces tiendo a pensar q quizas la honestidad y el compañerismo sean mas eternos... que el amor q es tan efimero y vidrioso.
Igual nos quedan los hechos, los pactos y los silencios. Menem, un hombre y un politico.
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Pasaron de adorarlo a odiarlo y ahora a endiosarlo
La pauta hace que los medios mas que cantar relaten
Y nuestros trolsB (...aratos) salen a gorgojear por el menemato. Vamos el "yey de Aniiaco", gritan nuestros trols