Son horas complejas para el hombre más rico del país. El peritaje de la Línea 12 desplomó las acciones de Carlos Slim en la BMV, dejando pérdidas para Carso de más de 3,000 millones de pesos. Pero quizás lo más preocupante: su empresa constructora afrontará una demanda multimillonaria en los tribunales de Estados Unidos.

En el entorno del magnate circula la teoría de que toda la filtración de la pesquisa de la Línea 12 fue filtrada a The New York Times por un sector de la Sedena y con el visto bueno del general Luis Crescencio Sandoval. Una jugada a dos bandas, para perjudicar a Grupo Carso y, de paso, al canciller Marcelo Ebrard, a quien los oficiales quieren fuera de la carrera para la sucesión.

La auditoría de la tragedia de Linea 12 golpea fuerte a Slim y al canciller Ebrard

El movimiento se entiende como una represalia de la conversación que tuvo Slim con Andrés Manuel López Obrador en el rancho de Chiapas a mediados de abril. Allí Slim se quejó de la injerencia de los militares en la construcción del Tren Maya. También tuvo comentarios ácidos sobre el destino del nuevo aeropuerto. En el primer negocio Carso participa mientras que el segundo lo perdió a inicios del sexenio.

El movimiento se entiende como una represalia de la conversación que tuvo Slim con Andrés Manuel López Obrador en el rancho de Chiapas a mediados de abril. Allí Slim se quejó de la injerencia de los militares en la construcción del Tren Maya.

Los militares también traen registro de que desde el entorno de Slim llegó el mensaje a Palacio Nacional de que la nueva ley de seguridad, que limita el espionaje de agencias extranjeras en México, iba a producir fuertes cortocircuitos con EU y que era mejor prescindir de ella.

La interpretación se complementa con una idea muy instalada en el Gabinete que viene a decir que desde el Ejército hay una gran maquinaria de espionaje interno sobre secretarios y funcionarios clave de la actual administración.

Los militares están en el cenit de su poder en el actual sexenio y estas prácticas funcionan como un reaseguro eficaz para sostener esa centralidad.

Días atrás el vocero Jesús Ramírez tuvo un encuentro privado que motivó fuerte malestar en el Presidente. El cálculo en su entorno fue que el dato llegó a Lopez Obrador desde esta supuesta estructura de espionaje paralelo que atribuyen a la Sedena.

Días atrás el vocero Jesús Ramírez tuvo un encuentro privado que motivó fuerte malestar en el Presidente. El cálculo unívoco en su entorno fue que el dato llegó desde esta supuesta estructura de espionaje paralelo. Lo mismo sucedió hace dos semanas con la salida del vocero de Segob, Omar Cervantes, que fue espiado en una conversación privada y luego dejó el cargo.