En sus 22 años en el Senado, Carlos Reutemann mantuvo una rutina antes de las sesiones y comisiones: llamaba a quien considerara jefe o referente de su bloque, lo consultaba sobre los temas a tratar y repasaba si tenÃa interés en alguno en particular. Llegaba a cada reunión con los proyectos leÃdos, pero, eso sÃ, casi nunca hablaba.
Conocido su fallecimiento, circulaban por el congreso datos llamativos sobre su silencio estratégico: sólo se registran 6 discursos y 12 intervenciones leÃdas, por lo general para pedir activar algún proyecto. Participó de la mayorÃa de las sesiones, pero en la mitad se fue antes de votar, porque no era decisivo o no le interesaba participar. Y menos decir alguna palabra.
El Lole no varió su itinerario pero sà su peso en el Senado, donde fue orgánico del PJ en su primer mandato entre 1995 y 1999, mantuvo esa lÃnea en retorno de 2003, pero desde la crisis del campo de 2008 mutó a defensor de la agenda rural y opositor de Cristina Kirchner, con quien habÃa compartido bancada una década antes.
Para ser reelecto en 2015 se subió a la tribuna del PRO y abandonó su parquedad para aplaudir entre los globos amarillos, aunque terminada la campaña no quiso integrar esa bancada en el Senado. Pero siempre le dio su voto a Mauricio Macri, aunque evitó defenderlo en el micrófono. No lo hizo con nadie.
Reutemann buscó siempre contención en interbloques chicos improvisados para agrupar a partidos provinciales y referentes peronismo tradicional que lo habÃa tenido de protagonista hasta 2003. Anclado en la lógica prekirchnerista, tenÃa particular respeto por los ex gobernadores: hasta 2015 lo apadrinaba Adolfo RodrÃguez Saá y se sentaba al lado del pampeano Carlos Verna; y tras ser reelecto por el PRO siempre reportó a interbloques armados por el salteño Juan Carlos Romero.
Murió Reutemann, el corredor de Fórmula 1 que acarició la presidencia
En sus votaciones dejó rastro de su resistencia al liderazgo de Cristina. Rechazó cada proyecto que envió como presidenta y se sentó a habilitar sus allanamientos cuando habÃa vuelto como senadora y la acorralaba el juez Claudio BonadÃo.
En 2020, cuando la ahora vicepresidenta se esperanzaba con su apoyo para llegar a dos tercios necesarios para nombrar como procurador a Daniel Rafecas, se sumó a un interbloque armado por Romero para quitarle esa posibilidad.
El salteño fue su interlocutor hasta las últimas sesiones en que participó, antes de su internación, cuando le costaba utilizar el sistema remoto de votación desde su campo de Llambi Campbell. Al igual que a RodrÃguez Saá, lo conocÃa desde que eran gobernadores y habÃan vivido la traumática transición institucional de 2001 que derivó en una presidencia de otro ex colega de aquellos dÃas, como era Néstor Kirchner.
El entonces gobernador de Santa Cruz llegó con el respaldo del entonces presidente interino Eduardo Duhalde, quien antes intentó convencerlo a Reutemann pero no pudo. No habÃa sido su primer rechazo a la Casa Rosada y no fue el último: en 2008, cuando extirpaba su mandato como senador, filtró una declaración en la prensa santafesina en la que abrÃa la puerta a una candidatura presidencial. Pero pronto se supo que fue un amague más, que le sirvió para posicionarse en una reñida elección legislativa contra el socialismo santafesino, en la que ganó por un peldaño.
Quienes lo frecuentaban cuentan que esa campaña lo desgastó más de lo que hubiera pensado y se supo fuera de ritmó para grandes batallas. "Le entraron las balas", lo describÃan. Lo atormentaron dos casusas que lo acompañaron hasta los últimos dÃas: el asesinato del rosarino Claudio Pocho Lepratti por la policÃa santafesina en diciembre de 2001; y la inundación de 2003, que dejó al menos 23 fallecidos, y sus familiares aseguran que podÃan haberse evitado con obras de defensa.
Nunca logró una sana convivencia con el socialismo gobernante en Santa Fe y hubo quienes repitieron que su permanencia en el Congreso no tenÃa otro objetivo que conservar los fueros de su banca para protegerse de la justicia. Él lo negaba, enojado, y hasta era capaz de llamar a los medios que se atrevieran a publicar esas conjeturas.
En aquel 2009, difÃcil, lo golpeó además su hasta entonces mano derecha en el Senado Rosana Latorre, cuando a sólo un mes de ser reelecta en su lista firmó un dictamen con el oficialismo en un proyecto rechazado por el sector rural. Latorre nunca más lo obedeció e inició seis años de kirchnerismo implÃcito y hasta un respaldo a la candidatura presencial de Daniel Scioli en aquellos dÃas en que el Lole repartÃa globos amarillos.
Con Cristina golpeada en las encuestas, Reutemann pasó 2010 recibiendo llamados y visitas de interesados en su presunta aventura presidencial, a quienes los desalentaba con un desinterés manifiesto. Uno de los más frustrados fue Francisco De Naváez, quien, envalentonado por su triunfo en Buenos Aires, lo fue a ver a su campo y volvió tan desmotivado que alistó a su equipo para diagramar una campaña presidencial propia, aun sin los papeles de nacionalidad en regla.
Otros legisladores, identificados con lo que entonces se decÃa llamar "peronismo federal", lo vieron en su despacho calcular la recaudación de las retenciones a las exportaciones de granos y repetir que "era demasiada plata" para que el Gobierno se sintiera amenazado.
La muerte de Kirchner y la reinvención de Cristina como lÃder de un peronismo más juvenil diluyeron a Reutemann como figura polÃtica nacional para siempre. AparecÃa en el Senado a paso lento para ubicarse en su banca, al fondo del hemiciclo, pero nadie lo esperaba hablar con capacidad de influir en la agenda pública.
En 2015 consiguió que Macri le regalara la boleta de senadores a cambio de un respaldo para la gobernación a Miguel Del Sel, a quien le habÃa enviado un guiño cuatro años antes, cuando estuvo cerca de destronar al socialismo por primera vez. EntendÃa que representaba su voto rural, reacio al kirchnerista AgustÃn Rossi, tercero en aquella contienda.
Pero su último incursión electoral fue con una derrota en la elección de senadores en manos de su ex dirigido Omar Perotti, que no le impidió reelegir por la minorÃa y volver a la vereda oficialista, aunque en condición de aliado. Su mandato lo completará hasta diciembre Alejandra Vucasovich, quien fue diputada provincial hasta 2019 y funcionaria de su último gobierno.
Su voto no es necesario para la mayorÃa oficialista del Senado, que este miércoles interrumpió una comisión remota para despedir a Reutemann con un minuto de silencio. Muchos, como Cristina, ya lo habÃan hecho por las redes sociales.
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Ahora bien...
Los santafesinos, como los del interior, son ignorantes. Qué hizo como político?
La misma cara de nada de siempre. Y lo votaron dos veces.
22 años y un discurso.
Pedazos de trols B(oludos) siguen dando lastima
Te guionan para atacar a unos, pero te ponen los gorgojos por el ano para silenciar a otros,
Segui comiendo gorgojos, y desgarrandote al defecarlos, pedazo de trol B(oludo)