Coronavirus
El juego de las siete diferencias
Por Claudio Romero
La pandemia se volvió escenario para que cada partido mostrara el tipo de oposición que quiere ser, constructiva o mezquina.

En una crisis tan extravagante como la que trajo el Covid-19, sumiendo al planeta en una pandemia conmovedora y letal, se esperaba que los actores políticos principales en cada nación depusieran sus confrontaciones y arrimen el hombro para contribuir con soluciones en una emergencia que excede a los gobiernos fuertes y débiles, por igual.

Sin embargo, aún en plena crisis y con el esfuerzo de 44 millones de argentinos dispuestos a hacer lo que fuere necesario para evitar el contagio masivo, la política exhibe sus banderines de mezquindad.

Es grave, porque los actuales opositores fuimos los más generosos con el gobierno de Alberto Fernández, aprobándole sin vueltas una ley de Emergencia Económica para que pudiera gobernar en base a Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU), sujetos a revisión en el Congreso Nacional.

Cuando se trató la misma ley para la Ciudad Autónoma de Buenos Aires la actitud del oficialista nacional Frente de Todos resultó mezquina.

El escritor español Juan Manuel de Prada dice que "en la mezquindad hay siempre un trasfondo de resentimiento y envidia, a veces disfrazado de sarcasmo e insolencia".

Es sabido que las epidemias mundiales dejan aflorar las peores y las mejores reacciones humanas, pero en el período de cuarentena que llevamos en el país surgieron claramente siete diferencias institucionales en el abordaje de la emergencia sanitaria y económica entre la Nación y la Ciudad de Buenos Aires, que impactan en el funcionamiento de nuestros sistema democrático y republicano.

Primera diferencia: Cuando aún no se había desatado la pandemia del Covid-19, el Poder Ejecutivo Nacional envió el 17 de diciembre de 2019 el proyecto de ley denominado "Ley de Solidaridad", para declarar la emergencia económica. Juntos por el Cambio interpretó la situación y dio el debate, ocupó sus lugares en el recinto y permitió que la Ley saliera de la forma más institucional posible, pese a las diferencias. La norma fue aprobada en las dos Cámaras del Congreso el 21, es decir, apenas cuatro días después.

Tuvimos una buena predisposición con el Poder Ejecutivo, no pusimos palos en ninguna rueda, actuamos con conciencia política y reconocimiento de la situación.

Luego, la Cuarentena establecida por el presidente Fernández fue acompañada sin retaceos por el jefe de gobierno porteño Horacio Rodríguez Larreta y todos sus equipos sanitarios. Hubo aportes sobresalientes de experiencia personal en gestión en el ámbito de la Salud y en ningún momento se hicieron notar las discrepancias ideológicas con gobernadores del signo oficialista. Todo lo contrario.

Segunda diferencia: Al momento de tratar la lógica ley de Emergencia Económica y Sanitaria de la Ciudad de Buenos Aires, que por su situación geográfica y entrada de personas provenientes del exterior estuvo mucho más expuesta al contagio del coronavirus que otras provincias argentinas, la respuesta de la oposición porteña llegó sin grandeza, negando sus votos, desarrimando los hombros, cuestionando y postergando sin necesidad una semana la aprobación de ese instrumento legal imprescindible.

Tercera diferencia: La Ciudad de Buenos Aires tiene vigente el Presupuesto 2020, sancionado el 5 de diciembre del 2019, como lo ha hecho durante los últimos 13 años. El Frente de Todos eligió no votar el Presupuesto Nacional del año 2020 y manejar discrecionalmente la asignación de recursos en base al Presupuesto de 2019, en el que no se refleja la inflación de 53,7% de ese año, por lo que todas las partidas de ingresos y egresos están sub-representadas. Juntos por el Cambio no se opuso a esa determinación para no entorpecer el camino recién iniciado.

Cuarta diferencia: El 7 de mayo pasado, el gobierno de la ciudad de Buenos Aires requería de una autorización legislativa para reasignar partidas superiores al 5%, como contempla la Constitución local, hasta el 31 de diciembre de 2020. La oposición se abroqueló tras un despacho minoritario de comisión para que el porcentaje se elevara al 10%. Un palo en la rueda, innecesario. La votación fue a favor por 38 votos contra 21 en contra; es decir, casi 2/3 de la Legislatura. En cambio, a nivel nacional, a través de la publicación del DNU 457/2020, el Presidente de la Nación (en soledad) le concedió a su Jefe de Gabinete Santiago Cafiero una facultad especial para traspasar el límite del 5% en la reasignación de partidas que también figura en la Constitución Nacional. En este aspecto, dos cuestiones: a) es el presidente quien asume la responsabilidad de manejar los fondos públicos y no puede delegar esa facultad en otro funcionario. b) La oposición nunca tuvo la oportunidad de expresar una opinión al respecto. El gobierno de los DNU "per se", y de este modo, es inadmisible porque constituye abuso de poder.

Quinta diferencia: La Legislatura porteña no fue paralizada por la Cuarentena, siguió funcionando administrativamente y sesionando con adecuaciones a las normas sanitarias, sin interponer excusas que dilataran los encuentros para aprobar los proyectos necesarios. En cambio, tanto la Cámara de Diputados como la de Senadores de la Nación permanecieron inactivos, enamorados de la Cuarentena. La tardanza en la búsqueda de mecanismos digitales es un mero pretexto para que se gobierne por DNUs. La oposición nunca pudo intervenir en esas decisiones. Recién sesionaron ayer sin temas trascendentes.

Sexta diferencia: Por el DNU 1/20 el Jefe de gobierno decretó la Emergencia Sanitaria en el ámbito de la ciudad, y ese instrumento fue puesto a consideración y luego aprobado por los legisladores porteños por 56 votos y una abstención. En cambio, todos los DNUs emitidos por el Ejecutivo Nacional, desde el comienzo de la cuarentena y hasta la fecha, no han sido siquiera analizados formalmente por el Congreso de la Nación.

Séptima diferencia: Rige en la ciudad de Buenos Aires una Comisión Especial de Fiscalización y Seguimiento de la Emergencia Sanitaria desde el 7 de mayo para que la Legislatura controle las actuaciones del gobierno porteño. En el ámbito nacional no hay control parlamentario sobre ninguna de las acciones del Poder Ejecutivo Nacional.

Para cerrar: el Presidente sostuvo que tiene 24 excelentes gobernadores. Y por desgracia, para algunos, Horacio Rodríguez Larreta estaba sentado a su lado.

Saulo de Tarso, San Pablo o el Apóstol de las Naciones, como quieran llamarlo, dijo: «Mirad: el que siembra con mezquindad, cosechará también con mezquindad». 

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