Opinión
El tema tabú
Por Guido Lapa
Aunque todavía no estén cerradas las alianzas ni mucho menos los nombres propios que llenarán las boletas, sí se empieza a vislumbrar una elección que, en el medio de la pandemia, va a estar plagada de particularidades.

La inminencia de la campaña electoral hizo que esta semana la mayoría de los bloques políticos se vuelquen a un debate interno para definir candidaturas, evaluar encuestas o directamente sentando las bases de lo que será la disputa que tendrá lugar en dos años, cuando se elijan los cargos ejecutivos. 

Aunque todavía no estén cerradas las alianzas ni mucho menos los nombres propios que llenarán las boletas, sí se empieza a vislumbrar una elección que, en el medio de la pandemia, va a estar plagada de particularidades.

Probablemente la más llamativa de todas sea la incomodidad que se percibe tanto en el oficialismo como en la oposición a la hora de referirse a los temas económicos. El saber popular recuerda constantemente que "se vota con el bolsillo" y, sin embargo, los dos principales bloques políticos del país le rehúyen a la cuestión más determinante para definir el voto.

Cada informe publicado por el INDEC es un puñal a las aspiraciones del Frente de Todos que debe renovar las bancas de 2017, una elección en la que -si bien fue derrotado por el macrismo- le otorgó una vasta representación a las distintas listas que hoy conforman la coalición peronista.

Argentina, un país de película

Esta semana, fiel al calendario que anuncia cada comienzo de mes, al instituto de estadísticas le tocó dar a conocer la distribución de ingresos en el primer trimestre y el índice de salarios de abril. No en vano Marco Lavagna insiste ante cada cuestionamiento en que no hay que matar al mensajero.

Tiene razón, ya que lo único que hace el organismo que él dirige es plasmar cuál fue el resultado concreto que tuvieron las políticas que se diseñaron en el gabinete económico que lidera Guzmán, quien a pesar de la campaña tampoco está exento del fuego amigo. 

El saber popular recuerda constantemente que "se vota con el bolsillo" y, sin embargo, los dos principales bloques políticos del país le rehúyen a la cuestión más determinante para definir el voto.

Es que la realidad económica muestra que los salarios volvieron a perder en abril contra los precios -aumentaron en promedio 3,2% contra la inflación de abril de 4,1% - y van 41 meses de caída del salario real, desde noviembre de 2017. Si bien en junio el gobierno comenzó a ceder frente al reclamo de la reapertura de las paritarias, lo cierto es que en estos tres años y medio los salarios perdieron un cuarto de lo que podían comprar.

El cachetazo mayor vino con la distribución del ingreso: ahí quedó expuesto que el 40% de menores ingresos tuvo un aumento interanual promedio de 27,4% muy por debajo de la inflación durante ese periodo que fue de 40,6% y de la canasta de pobreza que aumentó dos puntos más que el promedio. Si bien todavía no se publicaron los datos de pobreza, se avizora un crecimiento inevitable a partir de la información que ya se conoce.

El costo de la paz

La pandemia impactó en una caída de casi diez puntos del PBI, pero ese retroceso no fue repartido de manera equitativa. Como una teoría del derrame invertida la parte más ancha de la pirámide social, la más empobrecida, fue al mismo tiempo la que más sufrió el achicamiento de la torta. El 10% más rico ganaba ya en 2019 unas 20 veces más que el 10% con menores ingresos, hoy esa diferencia se amplió a 23.

Al analizar los distintos índices de esa composición es muy notorio que las más perjudicadas fueron las mujeres, acrecentando la primacía que ya se verificaba entre quienes no cubren la canasta básica. En el último año los aumentos en los ingresos femeninos fueron casi 5% menor a la de los hombres, además de que son casi 800.000 mujeres menos las que perciben algún tipo de ingreso. 

El cachetazo mayor vino con la distribución del ingreso: ahí quedó expuesto que el 40% de menores ingresos tuvo un aumento interanual promedio de 27,4% muy por debajo de la inflación durante ese periodo que fue de 40,6% y de la canasta de pobreza que aumentó dos puntos más que el promedio

En síntesis, la crisis económica que azota al país desde hace al menos tres años no trajo nada nuevo, pero profundizó todas las tendencias que ya se dejaban ver. A esto se suma una caída del empleo formal y una reducción de la población económicamente activa, es decir, menos personas buscando trabajo producto de la utopía que significa pensar en conseguirlo.

Con este panorama sobre la mesa no hace falta gran sapiencia para comprender por qué la economía se ha transformado en el tema tabú de estas elecciones. Por el lado del oficialismo las promesas de la vuelta al asado contrastan con la brutal caída del consumo y el aumento de los alimentos, que convirtió lo que era parte de la rutina de los argentinos en algo extraordinario.

Al mismo tiempo, la mera posibilidad de convertir un cacho de carne en un eje electoral es consecuencia del fracaso de la experiencia de Cambiemos, que todavía está lo suficientemente fresca como para que la oposición que se aglutina en JxC saque pecho y capitalice el naufragio de la gestión de los Fernández.

Esta situación lleva a que de ambos lados de la grieta se pretenda esconder a los últimos dos presidentes electos. El parricidio del Jefe de Gobierno a Macri se corresponde con el deseo de una parte importante del establishment que necesita ilusionarse con un nuevo proceso después de la decepción que se llevaron con el "Primer tiempo".

Por su parte, el presidente con menos equipo propio en los últimos 50 años fue enviado a hacer campaña en el interior del país, alejado del conurbano bonaerense. Es que la madre de todas las batallas, la Provincia de Buenos Aires, es también donde las consecuencias económicas de su gobierno han exacerbado la tierra arrasada.

Sin pan, pero con circo

A dos meses de las elecciones el gobierno busca desplegar una batería de medidas con el objetivo de contener a sus votantes de hace dos años. Las nuevas paritarias son una de ellas, pero tienen dos grandes problemas: afectan a un sector cada vez más pequeño de la sociedad, producto del aumento del desempleo y la informalidad y ni siquiera garantizan ganarle a la inflación que se postula con superar cómodamente el 45%.

La vacancia electoral es una consecuencia de la orfandad política de una parte de la base social del gobierno y de la incapacidad de la oposición tradicional de mostrarse solvente en solucionar la catástrofe económica que ella misma contribuyo a generar. Con el dinamismo que caracteriza a la política argentina y los climas de época en la región están dados todos los condimentos para que ocurran desplazamientos políticos que hoy no aparecen en el mapa. 

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