Economía
 Primer round
Por Guido Lapa
La campaña se lanzó y agitó las aguas para una macroeconomía con profundos desequilibrios. El salvavidas de DEGs del Fondo ayudó a Pesce y Guzmán a navegar la racha. Alerta por la suba de la emisión.

Miguel Pesce y Martín Guzmán respiraron aliviados al finalizar la primera semana de campaña electoral. Luego de algunas jornadas turbulentas en materia cambiaria -el dólar paralelo llegó a superar los $185- el gobierno festejó haber salido airoso de una pulseada pre electoral que promete ser la primera de muchas.

Los editorialistas más representativos a ambos lados de la grieta coincidieron en darle más relevancia a las declaraciones de Cristina Kirchner en la presentación de las listas que a cualquier medida que pueda haber tomado el BCRA o el Ministerio de economía. No es para menos: al anunciar que Argentina utilizaría los derechos especiales de giro (DEG) para cancelar los vencimientos con el Fondo Monetario no solo se estaba tomando una decisión circunstancial, sino ratificando una orientación general del gobierno.

De acuerdo a quién se lea, esta definición puede ser un típico corrimiento al centro en la previa a las elecciones o una nueva muestra de pragmatismo y genialidad política por parte de la vicepresidenta. Lo concreto, al analizar los tres mandatos del kirchnerismo en la Casa Rosada es que, más allá de alguna rispidez, se cumplió con todos los vencimientos de la deuda. La propia CFK etiquetó sus gobiernos como "pagadores seriales" dejando expuestos a quienes trataron de hacer política económica con su radicalización discursiva. Lo sorprendente es que sorprenda.

Al Fondo se le va a pagar con la plata del Fondo. Aquellos DEGS convertibles a dólares que el organismo acreedor de la Argentina planteó que son para "brindar apoyo de liquidez a muchos países (...) permitiéndoles pagar por la atención médica y apoyar a las personas vulnerables", pero que irán a parar a las mismas arcas de donde salieron.

Son los fondos frescos que el bloque de senadores más ligados a la vicepresidenta y al instituto Patria había exigido que se utilizaran para gastos sociales, para atender el deterioro inocultable de las condiciones de vida de una parte importante de la población. Al final, pareciera que el FMI estaba más de acuerdo con Parrilli y Fernanda Vallejos que con Guzmán y Cristina.

Las razones que esgrimen quienes tomaron la decisión es muy sencilla: se pensaba llegar a un acuerdo más rápido de forma tal de poder evitar estos desembolsos en el medio de la campaña; no ocurrió. Se pensaba también que a esta altura y en medio de una cosecha récord las reservas del BCRA serían más cuantiosas de lo que son, dado que crecieron en apenas 3.000 millones de dólares, muy por debajo de las expectativas con los precios internacionales más altos en una década.

La llegada de los 4.300 millones en concepto de DEG es maná del cielo en medio de una situación más crítica de lo que se proyectaba. Sin embargo, ni siquiera con ellos el futuro próximo está despejado: los vencimientos con el Fondo son de 3.600 millones hasta fin de año, a los que se suman unos 4.030 millones con el mismo FMI y 2.100 millones con el Club de París que vencen en marzo.

El stress en las reservas juega un papel relevante en la campaña electoral, donde el tan mentado "poder de fuego" del Central se pone a prueba frente al ruido cambiario que suele verse en los días previos a cada votación. Los observadores más optimistas señalan que el "giro" de CFK alcanza para llevar tranquilidad al mercado, pero lo cierto es que aunque la clase empresaria pueda ver con mejores ojos algunas políticas del gobierno, no se pueden negar los enormes desequilibrios económicos y monetarios que se han profundizado en el último período.

La deuda pública ha alcanzado su máximo histórico en términos absolutos, y si bien es cierto que la mayor parte del incremento ha sido en pesos, mucha de la deuda en moneda local está atada a dos variables que le otorgan un carácter explosivo: la inflación y el dólar. Esto quiere decir que frente a una posible devaluación del tipo de cambio oficial (que viene aumentando por debajo de los precios), la deuda pública podría pegar un salto.

Algo parecido sucede con la deuda atada al índice de precios, un bono cada vez más requerido como cobertura frente a lo que es a las claras uno de los principales problemas de estos casi dos años de gobierno. A medida que aumenta la inflación, que supuestamente licuaría la deuda en pesos, también van aumentando los pasivos del Tesoro, impidiendo esa licuación.

Sin embargo, la novedad de la última semana no vino por el aumento de la deuda, sino por una de las peores licitaciones en el año. Ocurre que el gobierno al financiarse con deuda en pesos evita recurrir a la emisión monetaria para afrontar sus gastos corrientes. La señal de que en las vísperas electorales distintos actores podrían inclinarse en utilizar esos pesos para comprar dólares -y no para continuar financiando al Tesoro- despertó todas las alertas que podrían existir.

La situación es más delicada de lo que ha trascendido: julio venía de ser el peor mes del año en cuanto a la capacidad de financiamiento neto por parte del Tesoro; es probable que agosto lo supere. Durante el primer mes del segundo semestre el financiamiento por la vía de la BCRA pasó del 48% al 57% y seguramente sea un número que continúe en aumento.

Ahora el gobierno enfrenta un doble problema: por un lado, tiene una crisis si aumenta la deuda porque depende de variables que no controla del todo. Por el otro, tiene una crisis si no aumenta la deuda porque se ve obligado a recurrir a la emisión para compensarlo, con su correspondiente efecto sobre la inflación.

La bola de nieve se completa al incluir lo que se conoce como el déficit cuasi fiscal, que incluye la situación del Banco Central. Como ya es de público conocimiento, ahí se viene gestando una situación que será realmente difícil de desarmar y, si ocurriera con la deuda del Central lo que ocurrió con la deuda del Tesoro, el efecto sería mucho más grave.

En resumen, los primeros días de la campaña electoral encontraron a un gobierno que pudo controlar al dólar de la mano de un mensaje político cuanto menos moderado. Los próximos rounds cambiarios y sobre todo lo que se decida en torno a la deuda será lo que determine si se trata de una estrategia con vistas a los próximos comicios o de un plan para gobernar.

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