Política
¿Quiere la dirigencia combatir la pobreza?
Por Jorge Ceballos
Transcurrido más de un año de pandemia, la dirigencia política argentina parece no encontrar el rumbo en sus decisiones. Atravesamos la segunda ola del Covid-19 y nuestros dirigentes parecen estar más lejos que nunca de la sensibilidad que el pueblo requiere en este momento. Desde el pedido de aumento para legisladores, hasta la batalla contra los monotributistas.

El presente año, a medida que avance el calendario, estará signado por el proceso electoral legislativo. Pero no debemos olvidarnos de dónde venimos, ni cómo estábamos un año atrás cuando esta pandemia nos sorprendía a nivel mundial.

En lo sanitario, el Presidente Alberto Fernández actuó bien buscando ganar tiempo para estructurar y equipar al sistema de Salud muy deteriorado, de forma que diera una respuesta aceptable. Algo acertado dado que, más allá de la falta de testeos y otros errores, es meritorio que no hayamos tenido un colapso que hubiese incrementado las pérdidas de vidas.

Este reconocimiento no nos hace pasar por alto las deficiencias históricas de nuestra infraestructura de Salud, que no son achacables solamente a la gestión de Macri, que obviamente las agravó, sino que las responsabilidades vienen de más lejos. En el caso de la Provincia de Buenos Aires esto es más evidente aún, puesto que el Justicialismo administró la misma desde el año 1987 hasta la fecha salvo los cuatro años de Vidal.

Pasado ya más de un año de la pandemia, el clima social se ve totalmente empeorado. En las últimas entregas de los indicadores barriales que elabora el Instituto de Investigación Social Económica y Política Ciudadana (ISEPCI), arroja resultados alarmantes y que nos asustan. En la Provincia de Buenos Aires el 42,1% de los niños y adolescentes censados por dicho Instituto que concurren a comedores y merenderos comunitarios padecen malnutrición respecto al índice de masa corporal; y el 28% de los lactantes de 0 a 2 años presentan malnutrición según el índice de peso/edad.

Las perspectivas económicas no dan indicio de una recuperación que permita revertir esta situación, mientras que las políticas sociales son claramente insuficientes atendiendo a las exigencias del Fondo Monetario Internacional en cuanto al equilibrio de las cuentas fiscales.

Después de muchos años de luchar desde las organizaciones sociales, sigo afirmando que los pobres están cansados de que solo se los cuente como un número. Necesitan, y necesitamos como sociedad, una estrategia seria y medidas que de una vez por todas les solucione mínimamente algo en su vida. El trabajo debe ser la guía de nuestro proyecto como sociedad, porque eso implica pensar en un país que crezca sostenidamente y resuelva sus problemas económicos estructurales.

Venimos de días donde la clase política sigue dando indicios de que no tiene sensibilidad alguna por la sociedad. Hace poco tiempo se escucho a una Diputada Nacional del oficialismo quejarse de que su dieta como legisladora es de la más baja de la región. Parece un chiste, pero está lejos de serlo. Qué le queda a la clase trabajadora que gana salarios por debajo de la línea de la pobreza, o a una persona jubilada que cobra la mínima, o al dueño/a de una pyme que tuvo que cerrar por los efectos de la pandemia y de la mala administración pasada. Otro gol en contra fue lo que sucedió de la noche a la mañana con los monotributistas. Gracias a la reacción de los ciudadanos de a pie, el proyecto volverá a sancionarse con modificaciones que, en lugar de castigar, beneficien a los contribuyentes.

¿En qué piensa la dirigencia política al momento de trabajar para el pueblo? La duda persiste.

Me refiero al Trabajo Registrado, con salarios por encima de la línea de la pobreza, hablo de los trabajadores activos, de los jubilados que trabajaron toda su vida, aportaron y merecen vivir con dignidad, hablo de las nuevas generaciones que solo conocieron changas y trabajos precarios y cuya aspiración posible viene siendo un subsidio o plan estatal. Necesitamos salir de la grieta que solo discute chicanas y cuyo único fin es arribar o perdurar en el gobierno.

Ya venimos de años y años donde la dirigencia política hizo sus pactos y acuerdos a espaldas del pueblo, el que ha llevado por ejemplo a nuestra Provincia de Buenos Aires a no percibir una coparticipación equitativa acorde a lo que producimos y aportamos. A pesar de que es en nuestro suelo donde se asienta el núcleo de la pampa húmeda fuente de las principales exportaciones argentinas; con el mayor polo industrial y turístico del país conviviendo con enormes bolsones de pobreza e indigencia y sus consecuencias en otros terrenos de la vida social.

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