Radicalismo
Cambio con continuidad: por un radicalismo protagonista
Por Josefina Mendoza
No hay radicalismo fuerte, vigoroso, representativo y competitivo, sino seguimos por la senda de lo que empezamos en el 2015.

A los radicales nos dijeron que no éramos un partido de poder, pero en el 2015 supimos construir un frente que llegó al gobierno. Nos dijeron que no sabíamos gobernar, pero ese frente fue el primer gobierno no peronista que terminó su mandato después de Yrigoyen. Nos dijeron que éramos un partido "de viejos" pero somos muchos los jóvenes que ocupamos espacios de toma de decisión. Nos dijeron que éramos un partido de hombres, pero ahí estamos las mujeres, somos muchas y todos los días peleamos por hacernos nuestro lugar, muchas ocupamos espacios de toma de decisión también.

Nos dijeron que éramos un partido conservador, viejo y tradicional, sin embargo, somos muchos quienes entendemos los desafíos del futuro. Los que venimos de construir en las Universidades, disputar elecciones, conducir espacios y generar consensos allí donde existen todas las expresiones partidarias habidas y por haber.

Nos dijeron que el radicalismo bonaerense era vetusto y no tenía construcción de poder, pero en el 2015 demostramos no sólo que podemos ser un partido de poder, sino que podemos crecer territorialmente, conducir más distritos, tener mayor presencia legislativa. Hoy, gobernamos el doble de las intendencias que en el 2015 y tenemos más legisladores. Fuimos el partido que llevó más jóvenes en sus listas a concejales y eso habla de la apuesta que se hace por el presente y el futuro de la política.

Les demostramos que habiendo perdido el gobierno en el 2019, podemos conducir la oposición, construir la alternativa y protagonizar la escena política. Esto último no es menor, conducir el bloque de diputados de Juntos por el Cambio en la provincia, no es tarea fácil, sin embargo, se hace y se protagoniza. Se construye y se conduce desde la generación de consensos y poniendo al todo por encima de las partes.

Supimos construir un colectivo que piensa en clave de futuro. Somos muchos los que creemos, con convicción, que (re)construir la Argentina y la provincia de los tiempos que vienen, necesita de una madurez política que no se encuentra en todos lados.

Supimos construir una oposición que demuestra permanentemente que el frente opositor perdió una elección, pero no está derrotado. Que estamos para ocupar el rol que la sociedad nos dió en las últimas elecciones, para ponerle freno a los intentos de avasallamiento del oficialismo provincial y nacional. Y ahí, el radicalismo es importantísimo: conducimos el bloque de diputados en la legislatura bonaerense, conducimos el interbloque en las dos cámaras del congreso nacional. Nuestros dirigentes son protagonistas en la discusión de la agenda pública.

En tiempos en donde un ex presidente habla de golpes de estado en democracia sin que se le mueva un pelo; donde el gobierno nacional vuelve a tener "superpoderes" y se arroga facultades del Congreso de la Nación; donde nos volvemos a lamentar desaparecidos en democracia; es imperioso que fortalezcamos nuestro sistema democrático a través del fortalecimiento de los partidos políticos y que la oposición no sólo esté fuerte sino unida.

Ahora bien, la política en general tiene una gran deuda con la sociedad y necesita replantearse seriamente por qué se rompieron esos lazos para no volver a cometer los mismos errores. Allí es donde se plantean los mayores desafíos de la Unión Cívica Radical, de los militantes y dirigentes. Ese partido que supo estar a la vanguardia en muchas ocasiones de la historia argentina es el que tenemos que poner de pie, el que sea capaz de hacer del diálogo y el consenso, una herramienta más poderosa que la grieta.

No hay radicalismo fuerte, vigoroso, representativo y competitivo, sino seguimos por la senda de lo que empezamos en el 2015. Con un radicalismo fuerte en la Provincia de Buenos Aires, siendo figura central en el frente opositor que está intacto, con voluntad de ampliarse y de hacer las autocríticas que sean necesarias para volver. No solo mejores, no solo para ganar, sino para generar y mostrar una identidad bonaerense que está ahí esperando en estos tiempos de angustia e incertidumbre. Podemos hacerlo y sabemos cómo.

Todo proceso político se trata siempre de lo mismo: cambio o continuidad. El radicalismo bonaerense como factor de poder no es la excepción y en esta oportunidad tiene para ofrecerle a la provincia más grande del país, un cambio con continuidad. Cambio de nombres en su mesa de conducción, continuidad de un proyecto político que puso en pie al radicalismo bonaerense, siendo pilar fundamental de la anterior gestión y hoy, se encuentra con la capacidad política y la responsabilidad histórica de ser columna vertebral de un proyecto político que, renovado, recupere la confianza de cada bonaerense y la certeza de que se puede vivir mejor.

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