Economía
Virginia Gallardo tenía razón
Por Leo Anzalone
El incómodo momento que vivió Axel Kicillof por una pregunta de Virginia Gallardo se mostró por todos lados. Las razones de los ortodoxos y los heterodoxos.

El incómodo momento que vivió Axel Kicillof por una pregunta de Virginia Gallardo se mostró por todos lados. Pero ¿quién está en lo cierto?

Luego de que el ex ministro K asegurara que la inflación no es un fenómeno monetario, la modelo le cantó "vale cuatro" diciéndole: "bueno, entonces tengo una propuesta para hacerle: ¿por qué no elimina todos los impuestos y financiamos el gasto público con una emisión monetaria?" retrucó Gallardo. Y estalló la polémica.

Los monetaristas, aquellos que repiten una y otra vez la célebre frase de Milton Friedman "La inflación es en todo momento y en todo lugar un fenómeno monetario", se regocijaban ante el apuro por el que pasó Kicillof.

Pero tienen razón, los modelos monetaristas demuestran que la Teoría cuantitativa del dinero o, en términos algebraicos, MV = MQ, es decir, que el dinero multiplicado por la velocidad es igual a los precios multiplicados por el volumen de las transacciones, funciona. O sea, que el aumento de la impresión de billetes genera inflación y que, por lo tanto, eliminando a los Bancos Centrales se terminaría con el aumento sostenido del precio de los bienes.

Más allá de lo jocoso de la situación, se parte de una premisa falsa, no se puede no cobrar impuestos, estos son "el costo" de la civilización, ahí sí acuerda la academia. En síntesis, los consumidores aceptamos la plata para poder pagar ese costo y, además, comprar bienes, pero la primera parte responde a la situación del programa.

Quienes son más heterodoxos explican la inflación como una resultante "multicausal". Entre las razones que esgrimen podemos destacar: problemas en la balanza de pagos, la restricción externa y los conflictos distributivos. En este caso, al igual que con los monetaristas, también hay casos empíricos que le dan la razón a los "keynesianos".

Tuve un profesor que repetía algo con asiduidad, "los modelos liberales (el monetarista) cierran perfecto, la ecuación matemática siempre se acomoda a sus necesidades retóricas", y creo que esa es la razón por la que cuaja el discurso de la ortodoxia con mucha más facilidad que el de la heterodoxia, es simple, sencillo y más fácil de repetir.

Este no pretende ser un artículo en donde se refuten y/o apoyen las muchas teorias, con difíciles modelos económicos, solo expuestos para el regocijo del ego de quien lo utiliza. Pretendo si, bajar el narcisismo de aquellos que utilizan el acting del programa de televisión para fortalecer sus creencias.

La economía es una ciencia social, que usa modelos como abstracciones de la realidad y es ahí, en la hoja de Excel, donde las teorías funcionan siempre, con supuestos que rozan lo absurdo como competencia perfecta o expectativas racionales. Pero la realidad es un poco más caprichosa, no solo porque no podemos prever el comportamiento de cada uno de los consumidores, o de cada agente económico, sino porque hasta carecería de sentido estudiar nuestra ciencia si los problemas de economías tan disímiles como las de cada uno de los países del globo, se arreglaran con solo trasladar de forma tácita lo que dicen los libros de una u otra biblioteca.

Insisto, los datos, la historia y la retórica existen para que "ambos bandos" puedan deleitarse citándolos y con ellos puedan decir que tienen razón. La política, el ente regidor de la economía, debe tener la honestidad intelectual para ejercer la teoría económica con los límites que, muchas veces, la propia teorización dice que tiene. En síntesis, no se le puede pedir a la teoría más que lo que la teoría da.

Virginia Gallardo tenía razón, sus lecturas le mostraron que, en la teoría, se podría financiar el gasto con emisión, sin impuestos. La heterodoxia también, el modelo de tres brechas muestra que la emisión no es inflacionaria. Por eso, depende de quien cuente lo que cuenta, pero no todo es lo que parece y hay muchos que tienen razón sobre la misma discusión al mismo tiempo. No hay verdades absolutas en la economía política. 

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