Día del Inmigrante
¿Se puede ser feliz lejos de casa?
Por Mariela Blanco
El 4 de agosto de este año recuerda a los que inmigraron e interpela a los que piensan que Ezeiza es el único camino hacia un salario digno, crédito y calidad de vida.

 El novelista checo Milan Kundera escribió en La Insoportable levedad del ser que "la persona que desea abandonar el lugar en el que vive no es feliz". ¿Será así? ¿Entonces qué pasa en lo más profundo del pecho de quienes afirman que Ezeiza es la única salida? ¿Se puede ser feliz lejos de casa?

Sólo sé de la mirada triste de mis abuelos paternos. Doña Carmen y Don Ramón vinieron de Pontevedra, en 1951 con tres valijas, dos hijos pequeños y una indecisa esperanza.

De chica, creía que los ojos anubarrados eran producto del cansancio. Había notado que el trabajo de sol a sol les había ajado demasiado pronto la piel de las manos y de la cara.

Después les fui notando síntomas como de resfrío incipiente y repentino toda vez que sonaba un par de castañuelas en la tele.

Alguna que otra vez, también les vi una mueca semi risueña y orgullosa al escuchar a algún compatriota hablando en su mismo dialecto por la radio.

Los apodos degradantes, los chistes burdos de gallegos, la mirada por encima del hombro de los que vestían lindas ropas fue, seguramente, apenas un agrio tentempié al lado de lo que soportaron desde que desembarcaron del buque Monte Urquiola que los alejó de lo suyo y los suyos para siempre.

Probablemente, esto le ocurrió a miles de "yoyegas" (así los llamaban tanto cariñosa como despectivamente). Recordemos que entre fines del siglo XIX y principio del siglo XX Argentina -que era uno de los países mas ricos del mundo- recibió a más de cuatro millones de inmigrantes.

Pero un día, nosotros, los hijos de esos desterrados necesitamos saber más. Pues existe un lugar que es como espiar por la hendija del tiempo. Es el Museo de la Inmigración que funciona dentro de lo que fue el Hotel de los Inmigrantes y que acaba de reabrir sus puertas.

Ese hotel era el primer lugar que conocían quienes llegaban a nuestro país para "hacerse la América". Les brindaba alojamiento y las cuatro comidas hasta que pudieran ubicarse o hasta que consiguieran trabajo. Un lugar hospitalario, amigable, limpio.

Hiela la sangre ver los catres. Nos recuerda que los recién llegados dormían sin colchones para evitar enfermedades. Hay instrumentos musicales, muñecos, valijas antiguas, cartas y fotos de rostros sin sonrisas.

Aún si no hubiera nada exhibido allí, el museo guarda la tristeza de los expatriados, el dolor, el cansancio, la melancolía y la incertidumbre. Además, tiene un registro digitalizado con el día y nombre del transatlántico en el cual llegaron todos estos hombres y mujeres que le dieron a la Argentina su sudor, su descendencia y que la hicieron grande.

Lo que no nos cuenta ningún museo es si nuestros abuelos tendrían áspero el alma, así como las manos.

Son muchos los argentinos que hoy piensan en emigrar debido a la falta de oportunidades laborales. A algunos les espera el éxito en el Viejo Continente. Otros cruzarán grandes charcos para hacer cosas que acá jamás harían. A otros los llamarán "sudacas" y se les endurecerá el pellejo.

Pero en el aeropuerto está ahora la otra punta de la hendija que ansía ver un futuro promisorio, de buenos salarios, créditos y digna calidad de vida.

Yo estoy convencida de que Ezeiza es la salida (pero con vuelo de regreso). No me lo dijeron en ningún museo ni en ninguna terminal aérea. Lo leí hace muchos años en los ojos grisáceos de la abuela Carmen y en los vidriosos ojos café del abuelo Ramón: no es fácil ser feliz lejos de casa.

Publicar un comentario
Para enviar su comentario debe confirmar que ha leido y aceptado el reglamento de terminos y condiciones de LPO
Comentarios
Los comentarios publicados son de exclusiva responsabilidad de sus autores y las consecuencias derivadas de ellas pueden ser pasibles de las sanciones legales que correspondan. Aquel usuario que incluya en sus mensajes algun comentario violatorio del reglamento de terminos y condiciones será eliminado e inhabilitado para volver a comentar.
Más de Mariela Blanco

El hombre que perdió su silla

Por Mariela Blanco
La polémica frase del presidente Alberto Fernández sobre esa idea remanida de que descendemos de los barcos invita a reflexionar una vez más sobre quiénes somos, de dónde venimos y hacia dónde vamos.

La Torre de libros de Minujin reafirma identidad cultural porteña

Distinguida por la UNESCO como Capital Mundial del Libro 2011, Buenos Aires se consolida cada vez más como la gran ciudad cultural de la región y desde hoy lo exhibe sin modestias a través de esta expresión artística de Minujín, obra que podrá ser visitada hasta el próximo 28 de mayo.

La ciudad robada

Por Mariela Blanco
Llega el Día Internacional de los Monumentos y Sitios para remarcar el valor del patrimonio histórico y el esfuerzo que requiere su conservación para salvaguardarlo del deterioro, el vandalismo y el olvido.

Luz y gas sobre la pobreza

El alto incremento que apareció en las facturas de gas y luz erradicaron de las tapas periodísticas la discusión sobre la pobreza, reclamada incluso desde el Vaticano.

Medios remixados

Los medios han debido replantear su relación con la audiencia y han adquirido una dinámica evolutiva sin precedentes. Mutan, se hibridizan, se reciclan y la industria hace malabares para sobrevivir. El nuevo poder de la audiencia reside no sólo en su capacidad de usar el control remoto sino de disponer el orden de su consumo.