La detención del titular del cuerpo de delegados del Ferrocarril Sarmiento, Rubén "El Pollo" Sobrero, abrió algunas grietas dentro del Gobierno. Es que la postura de la Casa Rosada, expresada en boca del jefe de Gabinete Aníbal Fernández colisionó frontalmente con la postura del líder de la CGT, Hugo Moyano, y con la mayoría de la dirigencia sindical, que cuestionó el arresto del gremialista.

Con una velocidad que sorprendió a muchos, la cúpula de la CGT emitió un comunicado para cruzar muy fuerte a la decisión judicial que dejó sin libertad a un delegado. De hecho, el documento se tituló "En la Argentina, los únicos que van presos son los dirigentes sindicales". Un mensaje de alto voltaje político.

Aníbal Fernández fue el encargado de salir a marcarle la cancha al camionero y, acaso como si tuviera información confidencial del juzgado, dijo que había "elementos más que suficientes para ordenar las detenciones" y que de ninguna manera el Gobierno perseguía a los sindicatos.

Pero con el correr de las horas, el resto de la dirigencia se fue encolumnando detrás de Sobrero -avalando la postura de Moyano- y cuestionando el método que se había aplicado. "¿Para qué detenerlo un viernes si va a declarar el lunes? ¿Por qué no lo citaron directamente a prestar declaración", se preguntaban todos. Las dos facciones de la CTA -la más cercana al kirchnerismo, que lidera Hugo Yasky, y la de Pablo Micheli- también defendieron al delegado del Sarmiento.

Aunque no sea cierto o comprobable el planteo de los sectores opositores, que acusaron al Ejecutivo de haber presionado al juez para que detenga a Sobrero, lo cierto es que la defensa que hizo Aníbal Fernández de la actuación del magistrado por lo menos dejó muy mal parado al Gobierno, que ahora tuvo que cambiar su estrategia. Por supuesto, con este giro el primer herido es el propio jefe de Gabinete.

Desde la Rosada entendieron que al defender el arresto -algo que la mayoría del sindicalismo rechazó- corrían el peligro de quedar frente a la opinión pública como los "persecutores". Eso explica las instrucciones que dieron para cambiar la postura.

Pero ya se dio el paso en falso y el gremialista -quien será liberado entre hoy y mañana de la prisión- podría ser salir fortalecido, como un ídolo aclamado por sus trabajadores. "Ellos fueron los que lo inventaron", dicen enojados desde la CGT.

Tanto en el Gobierno como en los gremios se preguntan quién ganó con esta situación. Las respuestas son las mismas. ¿El gobierno, la CGT, Moyano, La Fraternidad, La unión Ferroviaria (UF)? Nada de eso. El único que triunfó y fue legitimado fue el propio Sobrero y su sector en el Sarmiento -que, por cierto, es opositor a la conducción de la UF y muy crítico del kirchnerismo-.

Esta polémico también generó fisuras puertas adentro de la CGT. El comunicado que firmó Moyano y Piumato enfureció a los sindicatos del transporte, sobre todo a la UF y a La Fraternidad. Le cuestionan la decisión unilateral e incolsulta de haber salido a respaldar a Sobrero.