Cartografía para la educación
Un liderazgo para la educación
Por Pedro Romero y José Romero
La Educación de un pueblo no es un conjunto de Ministerios Provinciales o una reunión de Ministros en un Consejo. Tampoco son los planes, compensaciones o festejos desteñidos de glorias pasadas: La Educacion necesita un liderazgo único y convocante

Sin definir un "Norte Unificador" para nuestra educación, los actores rotarán en el vacío sin autoridad y la sociedad nos seguirá observando como un "mero servicio público entre otros". No hay Educacion que no contenga una Épica. Y mucho más lo necesitamos si nos toca desarrollarnos en una emergencia social sin precedentes. Como dice Krasznahorkai "hay muchas maneras de pasar hambre pero ninguna es peor que sufrirla entre un pueblo muerto de hambre". En este lugar nada alimenta o desarrolla.

Cuando diagramamos nuestras entregas semanales en vistas a proponer un Pacto Nacional Educativo ante la emergencia, numerosos lectores nos manifestaron que esperaban esta entrega referida a la "dimensión ideológica-valorica" de nuestra convocatoria. La espera es atendible. 

En nuestro país la agenda de principios que orientó la educación ha sido motivo de disputas que llevaron al apoyo o el descarte. En algún momento estas polémicas fue de gran valía, pues la contradicción y las diferencias impactaban en el sistema sin detener su tarea emancipadora. Los tiempos que corren muestran un debate devaluado de "momias conceptuales" cuando no vulgarizado entre corporaciones o medios de comunicación que campean la inconsistencia. Clarifiquemos algunos puntos al respecto:

Hace dos años en nuestro texto "La Educación en su Laberinto" simplificamos "didácticamente" las dimensiones ideológicas que han navegado por nuestra sistema educativo en cuatro grandes universos conceptuales Partimos de un principio latinoamericanista pragmático: si estas dimensiones habían conseguido desplegarse, aunque sea parcialmente en la historia educativa de nuestros pueblos, es porque en su diagnóstico, desarrollo o propuesta, portaban un criterio de verdad socialmente aceptado. Así distinguimos:

1.- La primera dimensión ideológica pertenece a un núcleo fundamental del sistema educativo nacional y está vinculada al pensamiento liberal clásico o tradicional. Es la escuela sarmientina y civilizatoria. Homogeneizadora y seleccionadora de los destinos sociales del orden cívico.

2.- La segunda dimensión ideológica refiere a la reacción crítica. Más allá de la matriz de origen en los inicios del siglo XX y su posterior evolución; está fuertemente relacionada con la "reproducción de la desigualdad social" que la escuela generaba. En América latina es el impacto de Paulo Freire y su aporte de justicia popular.

3.- La tercera dimensión ideologica se referencia en las diferentes vertientes "pos-estructuralistas" y contiene a una diversidad de mociones teóricas derivadas de un fuerte cuestionamiento del "sujeto racional moderno". En su dimensión educativa-pedagógica implicó un fuerte impacto a partir de la incorporación de la "diversidad" en todos los niveles del sistema y que permitió la de-construcción de sus criterios de autoridad.

4.- La cuarta es la dimensión ideologica fue la neoliberal que -sustentada en un diagnóstico de la eficacia y eficiencia en el gasto del sistema- terminaba proponiendo una alternativa diferenciada del liberalismo fundante mediante la incorporación de una lógica mercantil de funcionamiento.

La secuencia de aparición podría determinarse a través de teóricos y políticas; sin embargo la convivencia de lógicas es también parte de la realidad. Hemos recorrido cientos de escuelas en distintas regiones del país. Hemos comprobados verdaderas capas geológicas en las que la práctica cotidiana de los actores muestran retazos de épocas, teorías y políticas.

La consecuencia más dramática ha sido que las combinaciones conceptuales no han sido suficientes para recuperar la función teleológica de la educación. Su densidad se agotó en posiciones corporativas con las que el Estado terminó negociando para calmar los estados de ánimo gremiales, académicos, empresariales o de opinión. Lo cierto es que como Dios ha perdido valor por la manipulacion de los teólogos, la educación se ha devaluado en discusiones de expertos y terminamos en un "horizonte que donde ya no se ve la luz"

Un estudio que realizamos en referencia al lugar de la Educación en las últimas Campañas presidenciales concluía que era una tarea politica re-afiliar los sistemas educativos a las expectativas sociales. El Estado debe comprender que la educación es mucho más que un sistema de acreditación de saberes que a regañadientes se encarga de administrar. Si la educación no se sienta en la mesa de la política y tampoco en las ambiciones de la economía seguiremos pensando que nuestra modesta tarea es brindar una ingesta básica de conocimientos. Haremos entonces del derecho humano a la educación una obligación pública envejecida para garantizar ciudadanos del siglo XIX en pleno siglo XXI.

 El Estado debe comprender que la educación es mucho más que un sistema de acreditación de saberes que a regañadientes se encarga de administrar. Si la educación no se sienta en la mesa de la política y tampoco en las ambiciones de la economía seguiremos pensando que nuestra modesta tarea es brindar una ingesta básica de conocimientos. 

En este marco, se nos antoja trabajar el nudo no resuelto, el lugar vacío: el sistema educativo nacional -desde la recuperación democrática- no ha logrado superar la "lógica de cartera". Todos creemos en la educacion pero solo como un objeto para eun sujeto evaluante. Ello implica, la ausencia de un LIDERAZGO CONVOCANTE Y UNIFICADOR, que movilice y provoque el acompañamiento social.

La escuela es frontera o primera línea de impacto. Desde allí partimos: discutimos la reposición de las bases en esta época y para este tiempo. Necesitamos Liderazgo en torno a principios básicos de unidad que inauguren un nuevo norte por una década. Estamos lejos de mesianismos o salvadores de alcurnia pedagógica. A esta altura, la construcción de nuevos sentidos para la educación ya tiene demasiadas discusiones y aportes de teorías y principios. Debemos ponernos pedagógicamente de acuerdo en un núcleo de partida.

Pero hay una pregunta insoslayable que debe formularse: ¿está dispuesto el sistema político nacional a liderar una convocatoria a construir un Pacto Nacional sustentado en núcleo básico de coincidencias? No somos partidarios de consensos huecos que se generan por temor a la disputa política. Hablamos de otra dimensión y la emergencia nos dejó también otra gran enseñanza. 

Hay momentos en la vida de los pueblos que la ideología deja paso a lo irreversible. Si se pone en juego la vida no hay nada por discutir, constituye un universal convocante inobjetable. La escuela discute por su vida en medio de la necesidad y el vacío. La política debe ordenar los modos urgentes de intervención, los plazos de asistencia, el plan de recuperación y la estrategia de desarrollo. Un liderazgo politico de fuerte impronta nacional debe explicarnos por que y para que educarnos y en este sentido es importante:

1- Reafiliacion de la Educación: Reafiliar la educación al universo de las expectativas sociales y culturales de manera que exista una concordancia hegemónica entre aspiraciones sociales y el desarrollo educativo. En este sentido, la educación debe reinstalar una "nueva tradición de virtud" que nos aporte nuevos regalos o dividendos sociales.

2- Liderazgo que represente los nuevos universales de la Educación: Las únicas dimensiones irreductible de la educación son aquellas representadas por sus "universales" que más allá de los cuestionamientos aún sobreviven y estructuran el sistema. Cada una de estas entregas tienen como supuesto un universal: Pacto Nacional, Escuela, Maestros y Aprendientes.

3- Des-pragmatizar a la educación y evitar una diaspora: La sectorización del debate ha generado que las convocatorias al cambio educativo se confundan con justas reivindicaciones de un sector, profecías tecnológicas, cambios en la gestión u ordenamientos financieros. La consecuencia ha sido la atomización, el debilitamiento de la voluntades y la crisis de los sujetos deseantes.

El sentido que proponemos pasa por un nuevo liderazgo político que convoque a un Pacto Nacional que genere para la educación "un nuevo somos todos". Este es el universal de partida. Liderar supone conducir un nuevo horizonte de sentido, una nueva educación universal para todos que procese contradicciones y actúe como principio sustantivo de igualdad y justicia.

Para que la convocatoria no quede en meras consignas publicitarias se necesita la inmediata generación de respuestas. La desconfianza es natural a los engañados. Por ello hemos propuesto: A) Nueva temporalidad que defina un horizonte (10 años). B) Nueva gobernabilidad que aporte certeza a la convocatoria. C) Nuevo dispositivo escolar que garantice derechos: cuidado, comprensión racional del mundo, creatividad y servicio. D) Universalidad de los convocados y protagonismo del los niños y jóvenes concretos. E) Nueva comunidad educativa recreada en el encuentro de identidades y alteridades que definen participar en un nuevo universal escolar emancipador. F) Urgente plan de nuevas insfraestructuras educativas.

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