El Sáhara divide al Gobierno de España y coloca a Pedro Sánchez ante una decisión complicada: ¿mantener la pasividad de los últimos 45 años o, como pide Pablo Iglesias, promover un referéndum de autodeterminación?. Dentro del Consejo de Ministros los bandos están claros. Por un lado, los ministros de Unidas Podemos, capitaneados por Iglesias, defienden que sea el pueblo saharaui quien decida sobre su futuro a través de un referéndum. Enfrente, la ministra de Exteriores, Arancha González Laya y su par de Defensa, Margarita Robles, no están dispuestas a cambiar la postura de no innovar que España mantiene hace décadas.
Podemos provoca un conflicto con Marruecos al reunirse con una "ministra" del sahara independentista
"La postura la marcan el presidente y la ministra de Asuntos Exteriores", aseguró tajante Margarita Robles después de que Pablo Iglesias mostrase públicamente su apoyo al Sáhara Occidental y a la celebración de un referéndum de autodeterminación en contra del discurso oficial del Ejecutivo, apoyándose en una resolución del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas de 1995.
González Laya sostuvo que "la posición del Gobierno de España en lo relativo al Sáhara Occidental es muy clara y no ha variado ni en las últimas horas, ni los últimos días, ni en las últimas semanas". Algo que para su compañera de Gobierno y de partido, Margarita Robles, "tiene que quedar muy claro" y "cualquier otro miembro del Gobierno que tenga otra posición será a título particular".
No es la primera vez que el futuro del Sáhara Occidental enfrenta a los dos partidos de la coalición. En el mes de febrero, el secretario de Estado de Asuntos Sociales, Nacho Álvarez, mantuvo una reunión con la ministra de Asuntos Sociales saharaui, Suelma Beiruk, justificado desde la Vicepresidencia Segunda del Gobierno como un acto promovido por la ONCE y en el que no se entró en cuestiones políticas.
Aún así, la ministra de Exteriores recibió una llamada incómoda: su homólogo marroquí preocupado por el acercamiento entre el gobierno español y los representantes del Sáhara Occidental. Una conversación que obligó a González Laya a dejar claro públicamente que España no reconocía a la autoproclamada República Árabe Saharaui Democrática y que la cuestión saharaui era "política de Estado", apartando a Unidas Podemos de cualquier decisión.
Una "política de Estado" que "ha sido una vergüenza", asegura a LPO al otro lado del teléfono José Ignacio Algueró Cuervo, profesor y autor del libro 'El Sáhara y España, claves de una descolonización pendiente'.
Carlos Ruiz Miguel, catedrático de Derecho Constitucional y experto en la cuestión saharaui coincide: "No se puede hablar de lo que ha hecho España sino de lo que no ha hecho".
Sánchez, al frente del primer Gobierno de la historia de España con un partido abiertamente defensor de la autodeterminación del Sáhara Occidental y contrario a las relaciones con Marruecos sentado en el Consejo de Ministros, tendrá que dirimir qué camino sigue.
El vínculo de España con el Sáhara comienza a tener relevancia en 1934, aunque no será hasta la década de los 40 cuando se tome conciencia de la riqueza del territorio. "Un ingeniero descubre yacimientos de fosfatos en el Sahara de un valor económico importantísimo porque se usaban para los abonos químicos, pero España no podía explotar esas minas porque requieren unas maquinas muy caras", entonces "España mantuvo en silencio el hallazgo", explica Algueró. Ahí comienza la historia entre España y el Sáhara.
Pero a finales de los años 50 la Asamblea General de la ONU aprueba la resolución 1514, conocida la 'Declaración sobre la concesión de la independencia a los países y pueblos coloniales', e insta a España a ocuparse del territorio. Franco, consciente de la riqueza del Sáhara, decreta su provincialización y "se convierte en una provincia como Teruel o Lugo hasta 1975", aunque dos años antes haya nacido ya el Frente Polisario, el movimiento nacional del Sáhara Occidental.
Marruecos, que se mantenía vigilante al control de España sobre el Sáhara, vió en la debilitación del dictador una posibilidad para hacerse con el territorio y lo reivindicó como suyo frente a las Naciones Unidas. El Tribunal Internacional de Justicia de la Haya resolvió que si bien el Sáhara "no era territorio sin dueño" y "había relación de algunas de esas tribus" con Marruecos, "esa relación en ningún caso era de soberanía, por lo que se debía seguir con el proceso de autodeterminación", explica el profesor José Ignacio Algueró.
Fue el 16 de octubre de 1975, y solo un día después del fallo de la Haya, que Marruecos anuncia la invasión del territorio. En esa época, Franco enferma y España se lo pone fácil a Marruecos. "Un lobby dentro de España decide entregárselo. Ahí estaban, además del rey emérito a la cabeza, gente como Arias Navarro o el ministro Solís", apunta Carlos Ruiz Miguel. Este último, "amigo íntimo" del rey Hassan II, del que según Algueró, incluso era administrador de sus bienes en Marbella. Poco a poco, España va desentendiéndose del Sáhara, del que todavía es potencia administradora.
Y en 1976 llegan los acuerdos tripartitos de Madrid. "Una vergüenza", dice Algueró. "Otra más", añade. Se trata de un conjunto de textos suscritos, unos, entre España, Marruecos y Mauritania; otros, entre España y Marruecos, y un tercer grupo, entre España y Mauritania. El principal acuerdo es que España transferirá la administración del Sáhara Occidental a una administración temporal tripartita compuesta por España, Marruecos y Mauritania. "España vende, porque es una venta, y lo reconocieron después incluso ministros españoles. Dieron el Sáhara a cambio de acciones y acuerdos de pesca, todo para aparentar que era el gran negocio de España". Fue el 14 de noviembre de 1975: hace menos de una semana que se 45 cumplieron años de esa firma. El 26 de febrero de 1976 España abandonaría definitivamente el Sáhara.
Ese mismo año Felipe González visitó a los saharuis y, según Algueró, "les dijo que fue una vergüenza lo que hizo España y que el PSOE acompañará a los saharuis hasta la victoria final". Pero ese compromiso nunca llegaría a materializarse: "Todo fue un brindis al sol porque González lo que hizo fue seguir una política favorable a los intereses de Marruecos y presionó al Polisario, incluso cerró su oficina en Madrid. Hoy en día es un gran amigo del rey de Marruecos", añade.
Pero si lo de Felipe González fue "bochornoso", dice el profesor, "lo de Zapatero no le fue a la zaga" porque era consciente de que "Marruecos tiene mucha relación con España y se hacen falta mutuamente". De nuevo, surge la amistad entre un presidente español y el monarca marroquí, esta vez será Zapatero quien mantenga "unas relaciones privilegiadas con el rey Mohamed VI". Incluso, "llega al absurdo de hacerse una foto con él con la imagen del Gran Marruecos, el horizonte del nacionalismo marroquí que incluye no solo el Sáhara, sino Ceuta, Melilla y Canarias", cuenta Algueró a LPO.
Lo cierto es que ni González ni Zapatero, ni ningún otro presidente de la historia democrática de España, promovieron durante su mandato la celebración de un referéndum para la autodeterminación del Sáhara que Marruecos aceptó en 1982. Tras casi una década de tiras y aflojas, el Frente Polisario confió en que la votación se produciría y en 1991 declaró el alto al fuego. Pero Marruecos dijo 'no'. "Cuando se termina de hacer el censo y sabían que el Sáhara iba a votar a favor de la independencia Marruecos, dijo que no se celebra y el referéndum está desde entonces parado. Nadie obligó a Marruecos a cumplir su compromiso", explica Ruiz Miguel. Desde España, Felipe González decidió mirar para otro lado.
Ahora es el turno de Pedro Sánchez, que por el momento "no ha entrado con buen pie con Marruecos" y no solo por la presencia de Unidas Podemos en el Gobierno, que incluye el apoyo al referéndum de autodeterminación en su programa. Algueró, que lleva décadas estudiando las relaciones de España con el país africano, recuerda que el primer viaje que hace cualquier presidente al llegar a La Moncloa suele ser a Marruecos, pero con Sánchez no fue así. "No lograron coincidir fechas y él se fue a París y a Mohamed VI le pareció mal, es muy orgulloso y lo consideró un desprecio y las relaciones no son tan cálidas como con Zapatero", asegura.
Lo pretendiese o no, el Gobierno tendrá que enfrentarse al conflicto del Sáhara tras el fin del alto al fuego en la zona del Guerguerat, un territorio desmilitarizado tras un acuerdo entre Marruecos y el Frente Polisario, que se encuentra al sur del Sáhara, en la frontera con Mauritania. Tanto Algueró como Ruiz Miguel reconocen las "dificultades" que entraña para cualquier gobernante en España enfrentarse a los intereses de Marruecos y vinculan la crisis migratoria al descontento del gobierno marroquí con el Ejecutivo. "Justo ahora se abre el grifo de la inmigración, ¿Tú crees que es casualidad? Está poniendo a prueba el gobierno español", zanja Algueró.
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