La sesión que la Legislatura porteña realizó este jueves duró sólo 17 minutos. No se trató de una típica sesión exprés en la que se sancionan leyes a mansalva sin debate sino de lo contrario: el PRO no consiguió los votos para avanzar con un par de iniciativas que creía tener acordadas con la oposición.

Al bloque macrista se le comenzó a complicar la faena de conseguir los 31 votos que necesita para el quórum y para aprobar leyes que requieren esa misma mayoría calificada.

Curiosamente, las dificultades del PRO radican en las cada vez más notorias diferencias en los dos interbloques de la oposición, el kirchnerista y el del Frente Unen.

Hasta el recambio legislativo de diciembre del año pasado, el PRO manejaba un esquema de acuerdos que le permitió conseguir los 31 votos durante un par de años. El oficialismo contaba con 26 escaños a los que sumaba los de tres aliados (uno de ellos era Daniel Amoroso). Los 31 votos los solía alcanzar con los votos de los radicales Antonio Campos y Claudio Presman.

Ahora, pese a que el bloque PRO tiene 28 bancas, tiene el camino más complicado hacia los 31. “Ocaña no es Amoroso y los radicales no son los mismos”, señaló a LPO uno de los encargados del bloque macrista de conseguir votos. Es que en el PRO creían que la ex ministra de Salud y su compañera de banca Cristina García oficiarían de aliados, y que los radicales Hernán Rossi y Juan Nosiglia, del bloque Suma+, se mostrarían proclives a acompañar la mayoría de las leyes.

Pero a pesar de que los bloques de Unen y Ocaña acompañaron algunos proyectos en lo que va del año, el PRO no puede contar con ellos incondicionalmente. Ocaña se rehusó a votar este mes una ley para autorizar al Ejecutivo a financiarse por u$s185 millones y el PRO debió salir a convencer a los radicales a última hora.

En la sesión de hoy pasó al revés: el PRO tenía los votos del bloque de Ocaña para aprobar el “plan maestro de la Comuna 8”, una iniciativa de Cristian Ritondo y Karina Spalla que ya lleva un par de años dando vueltas por la Legislatura, pero los radicales fueron quienes se negaron a dar el voto 31 y el macrismo debió guardar el proyecto para que no muriera en el recinto.

Las diferencias de Unen

De nada le sirvió entonces al PRO negociar directamente con Rossi y Nosiglia y dejar afuera de las negociaciones a sus compañeras de bloque María Inés Gorbea (del entorno de Martín Lousteau) y la ex senadora María Eugenia Estenssoro.

Este bloque ya evidenció diferencias internas que son menores al lado de las gruesas incongruencias entre las 6 bancadas que integran el interbloque Unen.

De esos seis bloques, el PRO ya dejó afuera de todo diálogo a las bancadas de Verde Alameda (integrada por Gustavo Vera y Pablo Bergel) y del Partido Socialista Auténtico (de Virginia González Gass), que votaron separadas del resto del interbloque en casi todas las votaciones.

El PRO tampoco puede contar para buena parte de los temas con los bloques de la Coalición Cívica, Proyecto Sur y el Partido Socialista.

Esta última bancada, que ofició de aliada hasta 2011, cuando la ocupaba Julián D´Angelo, ahora la ocupa Hernán Arce, que por orden del socialista Roy Cortina, ya lanzado por la jefatura de gobierno, aún no votó todo junto al PRO como en el macrismo estimaban en un principio.

Fractura K

La otra complicación que tiene de rebote el PRO es el conflicto interno que tiene el interbloque kirchnerista. No sólo los bloques aliados de Gabriela Cerruti y Aníbal Ibarra se muestran independientes y han votado en oposición al bloque del Frente para la Victoria que preside Gabriela Alegre.

El propio bloque del FPV tiene fuertes diferencias, tal como adelantó LPO un par de meses atrás, que quedaron en evidencia antes de la sesión de hoy.

El plan maestro de la comuna 8, que entre otras cosas estipula la construcción de viviendas que en primer lugar se utilizarán en los Juegos Olímpicos de la Juventud de 2018, dejó en carne viva la división que tiene el bloque K entre aquellos peronistas tradicionales y los legisladores que responden al titular de La Cámpora, Andrés “Cuervo” Larroque.

Tanto este proyecto, como varios de los que se aprobaron en primera lectura en diciembre del año pasado y ahora necesitan la segunda lectura, formaron parte de un paquete de leyes que ordenó votar junto al PRO el entonces presidente del interbloque Juan Cabandié, que en los últimos años le garantizó a Macri la aprobación de varios proyectos de envergadura que requerían los dos tercios de los votos del cuerpo legislativo.

El “Cuervo” Larroque siempre cuestionó que Cabandié hacía una oposición funcional a Macri. Del total de 10 legisladores que tiene el bloque del Frente para la Victoria, tres responden al Cuervo: Jorge "Quito" Aragón, Paula Penacca y Lorena Pokoik.

Estos legisladores, que llegaron a sus bancas por tras años de militancia en los barrios y villas de la Ciudad, no quieren votarle al PRO ningún proyecto que suponga la cesión de espacios públicos a privados, justamente por la condena que recibirían por parte de las bases.

En el caso del plan maestro, los legisladores de La Cámpora objetaron que las viviendas que se construirían en la villa olímpica luego se destinarían a la clase media. La oposición al proyecto fue tal, que uno de los asesores de la legisladora Penacca, Alejandro “Pitu” Salvatierra (que saltó a la fama tras la toma del Parque Indoamericano en 2010) amenazó en una reunión de comisión con llevar a la gente de las villas a la Legislatura si se aprobaba el plan maestro.

El resto del bloque K, entonces, debió acatar las exigencias de los legisladores de La Cámpora, pese a que hasta último momento pensaron en votar junto al PRO para respetar el acuerdo sellado a fines del año pasado.

Como represalia, el PRO bajó del temario de la sesión el proyecto para aprobar el convenio entre el gobierno de Macri y Jorge Capitanich para mudar el monumento a Colón, una de las obsesiones de Cristina Kirchner.