Estamos perdiendo el tiempo y también la batalla en la lucha contra el narcotráfico. |
Tiempo atrás, un experimentado profesor curtido de academia internacional y operaciones policiales en la selva y en la urbe, me dijo: "La lucha contra el narcotráfico está compuesta de análisis de inteligencia, investigaciones, profesionalismo multidisciplinario, apoyo judicial y primordial y principalmente de fuerte y valiente decisión polÃtica, creÃble, no solamente ante la propia sociedad que reclama, lo que resulta lógico, sino de los organismos y agencias internacionales que se abocan a esta problemática y que en definitiva pueden darnos soporte".
Luego de eso el profesor agregó: "La seguridad es netamente una construcción social, un producto que consumimos todos y que formamos entre todos. Si es buena o mala depende de los gobernantes que tenemos, de los dirigentes y polÃticos a cargo de la seguridad pública, de la cantidad de los policÃas muy o poco profesionalizados, de la mala o buena justicia y su accionar, del trabajo, de la salud, de la educación y cultura de la propia población, etcétera".
Luego de haber recorrido varios paÃses, europeos y latinoamericanos, estudiando y observando a lo largo de décadas temas de seguridad pública en general y de lucha contra el narcotráfico en particular, es penoso ver cómo, además de México, es Argentina ese paÃs que desciende año a año por la escalera interminable de la mediocridad en seguridad. La provincia de Buenos Aires y Santa Fe, al podio.
Lógico es pensar que nuestras policÃas, en general, deben estar por delante de las bandas de delincuentes organizados para poder adelantar a sus acciones criminales y delitos prevenibles, pero muy cierto y lógico también es que esas mismas policÃas no se pueden quedar por detrás de los reclamos de la sociedad toda que deben defender. El acercamiento es primordial entre fuerza pública y sociedad civil. Y eso, hoy, no funciona.
Hablar de la seguridad pública y las fuerzas policiales de Argentina es difÃcil, máxime si uno tiene que explicarlas delante de ministros, secretarios de seguridad, jefes de policÃa de América Latina y el Caribe como me tocó hacer hace solo una semana atrás. Tantos exponentes -que en su inmensa mayorÃa tienen policÃas de orden nacional, es decir una sola policÃa para todo su paÃs- se reunieron en el marco de las Jornadas de Seguridad de América Latina y el Caribe llevadas a cabo en Bogotá entre el 28 de febrero y el 3 de marzo a las que fui invitado por el Banco Interamericano de Desarrollo, y la Policial Nacional de Colombia, en calidad de académico y analista en Inteligencia Delictual.
24 policÃas distintas en mi paÃs, una por cada provincia incluida entre ellas la ciudad autónoma, con 24 ministros de Seguridad, con 24 Ministerios de Justicia, con distintos procedimientos judiciales, a lo que debemos sumar otro Ministerio de Seguridad nacional con otras 4 fuerzas policiales federales, además de un sinnúmero de policÃas locales. Una estructura que no resulta fácil de coordinar, si es que alguna vez se intentó hacer.
"Dejar hacer" parecerÃa ser la displicencia de las autoridades nacionales y de algunas provinciales. "Laisser faire" se dice en francés paquete.
¿Estamos tan mal, estamos tan bien? ¿Dónde ganamos o dónde perdemos?
Como paÃs, en general, y por lo que indican los porcentajes de homicidios cada 100 mil personas, somos unos de los mejores de América, y también dentro de los mejores del mundo. Hoy tenemos solo 5,5 homicidios cada 100 mil personas en el territorio nacional. Comparada con otras democracias de esta parte del continente que asumen entre 24 y 50 y mas homicidios cada 100 mil, podemos considerarnos dichosos. ¿Podemos? No.
Es tal la diversidad de las distintas regiones de nuestro paÃs que hay zonas donde lamentablemente debemos contar uno o más muertos de fuerzas policiales en cumplimiento del deber por semana, mientras que, en otras, si uno preguntara cual fue el último policÃa caÃdo en funciones, quizás no lo recuerden en el tiempo. Las balas se enmohecen en las pistolas.
Treinta años de desidia, al menos, donde ingresó fuertemente el narcotráfico al paÃs con todas las consecuencias delictuales que eso conlleva. Sacando la excepción entre 2016 y 2019 a nivel nacional y profesional, en las provincias las fuerzas navegaron entre desconocimiento, ojos cerrados y puertas abiertas para los mercaderes de la muerte, los que, a partir de sus redes, conexiones y dinero, pasaron también a ser una lÃnea que se acercó a la justicia y la polÃtica en general, y que contaminó fuertemente a la policÃa.
En México, más precisamente en Morelos -cuya capital es Cuernavaca- me decÃan, "Estado ausente, narco y delito Presente". Ese Morelos hoy se puede reflejar en la Provincia de Buenos Aires en general, y más especÃficamente en casi todo el GBA como Moreno, Merlo, Morón, La Matanza, Quilmes, Florencio Varela, Lomas de Zamora, San Martin, Jose C. Paz, San Miguel, etcétera, donde la fuerza pública, la policÃa o la mal llamada Fuerza Buenos Aires del improvisado ministro Sergio Berni con su divismo televisivo, termina siendo un perro sin dientes, que no muerde, y si muerde no hace daño, y que perdió el manejo del terreno por inacción en algunos casos y por corrupción en otros.
Ningún ministro de Seguridad en Buenos Aires tuvo la valentÃa para hacer las reformas necesarias y transformar y refundar a fondo la policÃa provincial en pos de una mejor seguridad pública. En algún caso agravaron la situaci
¿Casualidad?
En Morelos, México, las policÃas locales fueron la primera lÃnea de defensa que tenÃa el narcotráfico en sus zonas geográficas de responsabilidad, ya que al igual que aquà cada uno de los alcaldes querÃa tener su "ejército" para combatir ese flagelo, con el cual muchos de aquellos terminaron asociándose.
¿Consecuencia?
Narcotráfico, narcomenudeo, homicidios, circulación de dinero en negro, y alcaldes y funcionarios muertos y/o detenidos.
En la provincia de Buenos Aires, ningún funcionario de Seguridad entregó una mejor Seguridad pública o policÃa que la que recibió de su antecesor. Vamos en caÃda, bajando escalones raudamente. La lucha contra el narco no fue efectiva en ningún caso, al punto que al no secuestrarse en procedimientos policiales una cantidad de cocaÃna consistente con el alto nivel de consumo de la sociedad, se tuvo que inventar un Ãndice de éxito inexistente en los manuales de lucha contra el narcotráfico, que fue "la cantidad de búnkers derribados". Este Ministerio actual no es la excepción en el mal manejo de todas las variantes. El último caso de la cocaÃna adulterada lo demuestra.
Mucho tiempo perdido, mucho tiempo que nos están haciendo perder. Se necesita refundar y no emparchar. Se necesitan policÃas formados y capacitados profesionalmente hasta con horizonte universitario, pero básicamente con vocación y honestidad. América toda esta transformando a sus policÃas; y nosotros en veremos, queriéndonos hacer creer que capacitaran 40 mil policÃas en dos años para incorporar a la policÃa de Buenos Aires. Como ya lo dije anteriormente en muchos medios, es imposible. Algo asà como una estafa laboral a los que creen que les van a brindar una profesionalización de calidad y que saldrán como reales policÃas capacitados.
Basta ya de improvisados polÃticos que toman un cargo sin saber, y que se mueven siendo funcionarios públicos a sueldo, funcionales a sus intereses personales. No saldremos de este embrollo hasta que no se entienda que No hay que aplicar polÃtica a la Seguridad, sino que hay que aplicar polÃticas de Seguridad para atacar los problemas que aquejan a nuestra gente.
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