La Casa Rosada busca apropiarse del triunfo de Juan Schiaretti que nadie niega en Córdoba, sobre todo después de que se conocieran los primeros boca de urna que dan una diferencia mucho mayor a la esperada en favor del PJ. Se trata de una estrategia similar a la que utilizó en Neuquén y Río Negro, donde los candidatos de Cambiemos salieron terceros, pero la Rosada apeló a la buena sintonía de Macri con los gobernadores que triunfaron y desplazaron al kirchnerismo al segundo lugar.

Macri quiere compensar su mala praxis política en la interna radical de Córdoba con su buena relación con Schiaretti, a quien conoce hace décadas. Es por eso que el macrismo puro evitará figurar en Córdoba esta tarde. La única presencia nacional que se espera es la de Elisa Carrió, que se invitó a almorzar con Mario Negri.

Para confirmar esa estrategia, Negri salió a despegar a Macri de la eventual derrota. "Yo no soy el candidato del gobierno", aseguró Negri, que votó en una escuela de Cerro de Las Rosas, un coqueto barrio residencial de las afueras de Córdoba. El argumento de la Rosada es que parte de los cordobeses que elegirán a Schiaretti no la votarían nunca a Cristina Kirchner y sí a Macri, como lo hicieron en las elecciones de 2015, cuando lo votó el 71,5% de la provincia.

"Jamás pediría que venga el gobierno a apoyarme, soy ubicado", agregó el jefe del interbloque de Cambiemos en Diputados. "Pienso que hay que hablar mucho", aseguró sobre cómo cree que va a seguir la UCR. Cuando le preguntaron sobre la división de la UCR, Negri confesó: "Hice todo lo posible, pero eso pasó".

"Estoy esperando los resultados", esquivó cuando le preguntaron si se reuniría con Ramón Mestre. El intendente de Córdoba fue más misterioso y pidió esperar hasta el cierre de las urnas para buscar culpables. "Es una elección local", indicó Mestre, que votó media hora después de que se abrieran las urnas en una escuela cercana al centro de la capital.