Alberto Fernández nunca logró que el PJ porteño lo considerara como un líder legítimo, y a lo sumo logró cierta jefatura transitoria al amparo del enorme poder –con los consiguientes repartos de cargos y otras canonjías- que ejercía como jefe de Gabinete de Néstor Kirchner.

Si bien tal vez sea exagerado tildarlo del “padre de todas las derrotas” del kirchnerismo en la Capital como hizo –ahora- Carlos Kunkel, la verdad es que el cierre de las listas de ayer a la medianoche deja un pésimo saldo para la estrategia del ex jefe de Gabinete.

Repasemos. Meses atrás, cuando el peronismo no tenía candidato y se vislumbraba una derrota de dimensiones apoteóticas, Alberto se desentendió de sus viejos compañeros y se embarcó feliz en negociaciones con Aníbal Ibarra, que por entonces medía alrededor de 15 puntos y creciendo –hasta soñaba con disputarle a Carrió el segundo puesto-.

Alberto negociaba entonces la ubicación de su joven legislador y administrador de fondos grises en la Jefatura de Gabinete –tema que merecería tal vez alguna investigación futura-, Christian Asinelli. Un Ibarra agrandado le prometía el séptimo lugar en la lista de legisladores y Alberto exigía el quinto –en ese momento con chances de entrar-.

También el ex jefe de Gabinete pedía un lugar expectante en la boleta de diputados nacionales que encabezará el propio Ibarra para Silvia La Ruffa.

La debacle

Pero en el medio, el diablo –o Dios según el macrista José Torello- metió la cola y se desencadenó el letal bochorno de Telenoche y los admiradores truchos. Derrumbado en las encuestas, Ibarra se puso mucho menos generoso en la negociación y ubicó a los mas íntimos en los pocos puestos que por ahora parecen asegurados –por ahora, dos legisladores y un diputado nacional, el propio Ibarra-.

Así, Alberto se quedó afuera de todo. Y en una maniobra que sonó desesperada, a pocas horas del cierre de listas recordó un montón de razones que lo distanciaban de Ibarra y regresó al redil kirchnerista.

Como era obvio, sus viejos compañeros intuyeron que detrás de este rencuentro había mucho de oportunismo y luego de agradecerle efusivamente y hasta con emoción, no le dieron nada.

Es decir, Christian Asinelli ni figura en la lista de legisladores, y para que el rechazo no cayera en la grosería aceptaron ubicar a Silvia La Ruffa séptima de la lista de diputados nacionales que encabeza Carlos Heller. Casi una broma perversa, si se tiene en cuenta que todavía ni siquiera está asegurado que entre el propio titular del Creedicop.