El radical Maximiliano Pullaro llega al poder con mayoría especial en el Senado y a tiro de conseguirla en Diputados, una novedad desde el retorno de la democracia en Santa Fe. Con ello, la posibilidad de reformar la Constitución provincial que es una de las más antiguas del país y ningún gobernador la pudo modificar por falta de los votos necesarios en la Legislatura porque se trababa en el debate por la reelección.

Con esa mayoría, como adelantamos en LPO, uno de los objetivos del flamante gobernador será echar mano a la Corte Suprema de Justicia donde la mayoría de sus septuagenarios integrantes se ubicaron en la cima del esquema de poder que construyó el peronismo durante 25 años antes de ser desalojados por el socialismo en 2007.

A partir de allí, el PJ entró en una crisis de liderazgos y representación inédita que parecía revertirse con el triunfo de Perotti, pero solo le alcanzó para gobernar un solo período y la decadencia se terminó de expresar en la última elección provincial donde Pullaro cosechó más de un millón de votos.

El triunfo aplastante del radical, que lo dejó al borde de la mayoría especial en la Legislatura, se explica, en gran medida, en la fusión del Frente Progresista y Juntos por el Cambio que logró fidelizar el voto no peronista que lo sacó de la cancha y recluyó al gobernador saliente, Omar Perotti, a una deslucida banca en Diputados, integrando un bloquecito de tres o cuatro legisladores en una Cámara de 50 miembros.

Con el peronismo abatido tras la derrota local y nacional, Pullaro reflotará más temprano que tarde la reforma constitucional, aunque asegura que no es una prioridad y la patea para la segunda etapa del mandato. No hay porqué desconfiar y hay razones para que así sea.

En 2025 se verá si el gobierno de Milei superó la estanflación, acomodó la macro y los trabajadores recuperaron poder adquisitivo o, por el contrario, se comprobará que las teorías anarcocapitalistas no ofrecen las respuestas necesarias, vaya a saber a qué costos.

Cualquiera sea el resultado, para entonces Pullaro tendrá un panorama más claro. Si logra descender los índices de violencia en Rosario como cuando fue ministro de Seguridad y acomodar la gestión, se convertirá en una figura de trascendencia nacional para un radicalismo que también arrastra déficit de liderazgos y candidatos presidenciables.

Allí evaluará si al radical se le allana el camino nacional o si continúa en la provincia, aunque por ahora asegura insistentemente que si avanza con la reforma constitucional se excluirá de la pelea por la reelección.

Como sea, en el Frente Unidos, como se llama a la coalición que comienza a gobernar Santa Fe, ya analizan instalar el balotaje en una eventual reforma. Una instancia que, a priori, terminaría de condenar al peronismo provincial a largos años afuera del poder.

Como sucedió a nivel nacional con Daniel Scioli y Sergio Massa, el peronismo tiene serias dificultades para ganar en la segunda vuelta. De hecho, en 1972, cuando el dictador Alejandro Lanusse redacta un Estatuto Electoral para la salida del golpe de Estado que había derrocado a Illia en el '66 donde incorpora a la segunda vuelta por primera vez en el país.

La idea de Lanusse y los militares era impedir, o al menos dificultar, el retorno del PJ al poder y con Juan Perón en el exilio. Con ese objetivo se instaura el balotaje a nivel nacional y en las provincias. A pesar de ello, la fórmula Cámpora - Solano Lima se impuso con el 50% de los votos: "qué boludos, qué boludos, a la segunda vuelta se la meten en el culo", festejó el peronismo el triunfo que despejó el retorno de Perón al país después de 18 años de exilio.

La incorporación del balotaje en la Constitución de Santa Fe podría complicar el retorno del peronismo al gobierno de Santa Fe durante varios años. Por ahora, el PJ tiene el desafío de construir nuevos liderazgos y candidatos tan potentes que enfrenten la fusión del progresismo y Juntos por el Cambio y no lo cuentan con Cámpora ni con Perón.